Cuando alguien, con la intención de defenderse, hace un movimiento con tanta impericia y negligencia, casi siempre resulta en perjuicio de él mismo, es como pegarse un tiro en el pie. Eso fue lo que le pasó al presidente López Obrador al ponerse como el más acérrimo defensor de la honorabilidad de la aún ministra Yazmín Esquivel Mossa. Fue como querer tapar el Sol con un dedo.
El día de ayer, después del intempestivo regreso de Puebla a Palacio Nacional del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se corrió el rumor de que la próxima defenestrada Yazmín Esquivel Mossa pediría su renuncia a su puesto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Sin embargo, hasta el momento sólo es un rumor, no obstante, no se descarta que el Ejecutivo federal le haga la amable invitación de integrarse a su gabinete. Y es que el descrédito y la falta de estatura moral que perdió la ministra plagiaria Yazmín Esquivel Mossa, sigue desgastando de manera indirecta al presidente López Obrador.
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