Manuel Carbonell ya se sentía el candidato a la gubernatura del estado de Veracruz; ya se sentía gobernador. Ya tenia designados a sus operadores políticos, entre ellos al entrañable Rafael Junquera. En ese entonces Carbonell de la Hoz era el subsecretario de gobierno y tenía la venía del gobernador Murillo Vidal para que buscara la candidatura. Fue entonces que el periodista de Excelsior, Ángel Trinidad Ferreira preguntó al entonces presidente del PRI, don Jesús Reyes Heroles, sobre la candidatura de Carbonell. Reyes Heroles fue contundente, devastador: “Yo como veracruzano, no he votado por él”. Ahí se acabaron las aspiraciones de Carbonell de la Hoz; al final el gobernador vino a ser Rafael Hernández Ochoa.
La gente de Rocío Nahle en Veracruz colocó en las carreteras de Veracruz la foto de la zacatecana a la que le agradecían que hubiera construido Dos Bocas: “Gracias Rocío Nahle por la refinería de Dos Bocas”. Pero Dos Bocas no ha sido terminada, y no sólo eso, la obra faraónica de López Obrador está costando más de dos veces su costo proyectado. Quizá por ello, porque no ha cumplido con la refinería de Dos Bocas, a la pregunta de si Rocío Nahle sería la candidata de Morena para el gobierno de Veracruz, el presidente López Obrador dijo: “Rocío está terminando la refinería de Dos Bocas. No viene aquí a Veracruz, ¿verdad?”.
Más adelante aclaró, sin aclarar: “Pues todos los que deseen participar lo pueden hacer, tienen derecho, porque yo no voy a nombrar, no voy a designar, no va a haber ‘dedazo’”. Dice la máxima bíblica: “El que tenga oídos, oiga”. Las cuentas de la Nahle han sido malas. Dos Bocas sólo le ha servido a ella para engordar de millones a familiares y amigos, pero al país, Dos Bocas no le ha dado ni un pinche litro de gasolina.
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