Francisco Vargas / Tuvieron que pasar casi 35 años para que en México se saliera a marchar para exigir libertad electoral, aquella vez, en 1988 fue para crearla, ahora en 2022 es para evitar que la eliminen.
Hago esta comparación porque antes de 1988 simplemente no existían elecciones libres, no había un órgano electoral autónomo, ni ordenamientos legales que protegieran el destino de nuestro voto. Fue hasta la elección presidencial de 1988 con la famosa “caída del sistema” que hizo llegar a Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia a través de un probable fraude electoral, orquestado por Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación y actual Director de CFE, que los opositores del partido de izquierda de esas fechas, liderada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, junto con el candidato del PAN Manuel Clouthier y sus líderes Luis H. Álvarez y Diego Fernández de Cevallos que salieron a las calles para exigir trasparencia en los resultados de la elección así como un sistema electoral que no dependiera del Gobierno en turno, en ese entonces en manos del PRI.
Si bien es cierto que no lograron llevar a cabo otra elección presidencial (algo que era prácticamente imposible) si sentaron las bases para que apenas unos años después, el mismo Presidente Salinas de Gortari reformara la ley electoral para que crear un órgano electoral que ya no dependiera de la Secretaria de Gobernación, sin embargo fue hasta la reforma electoral de 1996-1997 propuesta por la entonces oposición y negociada con el gobierno federal del Presidente Ernesto Zedillo, que se funda a un IFE, ahora INE, como un órgano constitucional autónomo, sin ningún tipo de intromisión política ni gubernamental, garantizando así elecciones libres, imparciales y democráticas.
Es decir que, desde la década de los ochentas, no se veía una atrocidad electoral como la que está proponiendo López Obrador en pleno 2022, para básicamente desmantelar (por no decir desaparecer) al INE, quitarle sus más esenciales facultades legales y ejecutivas, así como sustraer información de gran importancia como lo es por ejemplo el padrón electoral.
Esta reforma, es tan retrograda y mediocre, que propone elegir a los Consejeros y Magistrados electorales a través del voto, si, como si fuéramos un país tipo Venezuela o Nicaragua, donde se lucra con el voto de los ciudadanos haciéndoles creer que participan en un proceso libre que termina siendo manipulado por el gobierno.
También la reforma electoral de Morena, está plagada de engaños y mentiras, como la de desaparecer diputados plurinominales, que terminarán siendo reemplazados por listas de
legisladores que elegirán los líderes de los partidos, es decir que los diputados plurinominales no desaparecen. Los morenistas tratan de engañar haciendo creer que el INE es costoso, cuando que sólo equivale a 21 centavos por cada 100 pesos del presupuesto federal, es decir ni siquiera el 1%, lo cual es nada si se compara con el inservible AIFA 10 veces más caro, o la contaminante refinería (que no refina) de Dos Bocas 25 veces más costosa.
¿Por qué desaparecer un órgano electoral que le entregó libre y justamente el poder presidencial y las mayorías en el Poder Legislativo a la 4T desde 2018? ¿Por qué desmantelar a la institución que ha sido el medio por el cual hoy gobiernan 22 estados y miles de municipios en todo el país?
Simple, porque el tirano de Palacio Nacional se está dando cuenta que su aceptación y la de su autoritario partido va a la baja y teme perder el poder a corto plazo, obviamente se niega a que esa democracia electoral también beneficie a la oposición y a mexicanos que no estén a favor de su autoritaria e incompetente transformación del país.
Hoy más que nunca, debemos de defender a las instituciones autónomas que están siendo arrasadas por los políticos en el poder, sobre todo a aquellas que aún continúan fuertes, sólidas y con un marco jurídico que la proteja, el INE es, sin duda, de las más importantes de ellas, y es indispensable que su independencia siga sin ser tocada: EL INE NO SE TOCA.
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