En ¿Es real la realidad?, P. Watzlawick nos advierte de una de las más peligrosas maneras de engañarse a uno mismo es creer que sólo existe una realidad —la propia—, cuando de hecho existen innumerables versiones. Algo similar le pasa al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien insiste en imbuirnos en su mesiánica misión de explicar y organizar el mundo de acuerdo con su propia visión. Resulta que, al inicio de la conferencia matutina en Palacio Nacional, López Obrador prevé que, ante la desesperación de sus adversarios, dicho número de noticias falsas van a aumentar y que seguirán «mostrando el cobre».
«Hoy es la sección, como todos los miércoles, del Quién es quién en las mentiras. Esta sección se va a convertir en una sección diaria, porque está subiendo el número de mentiras, y la desesperación de nuestros adversarios, y se va a seguir incrementando la calumnia, las acusaciones sin fundamento», dijo.
Lo que el presidente no reconoce es que, quien no está de acuerdo con su modo de pensar y gobernar, inmediatamente lo convierte en adversario y por lo mismo, lo llena de improperios. Esa es su verdad, una realidad torcida para perjuicio de todos los mexicanos.
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