La metamorfosis psíquica de los antiguos chairos

Cuitláhuac
Cuitláhuac García Jiménez FOTO: FRANCISCO DE LUNA
*Del muchacho alegre al señor de horca y cuchilla
*¿Qué es la vida?: un frenesí, ilusión o una ficción

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / ES CURIOSO observar la metamorfosis o “transformación” que experimentan algunos individuos en el ejercicio del poder, sobre todo aquellos que nunca han tenido nada y de pronto la suerte o el servilismo les favorece, transmutándolos en seres irreconocibles que olvidan su origen para situarse en planos que antaño criticaban. Y es que por metamorfosis entendemos un proceso por medio del cual cierto personaje transforma su apariencia física para adecuarla a su identidad síquica. El proceso no es nada más que el esfuerzo para escapar de la condición humana, sino que el personaje se somete a una redefinición de su ser que lleva a la transmutación de la forma física exterior para reflejar una realidad síquica o realidad interior que en el pasado negaba, y acaso el ejemplo más contundente de mutación la vive actualmente el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez, un varón que a los 50 años vivía con sus padres, no poseía vehículo ni propiedad alguna, vestía con ropa de tianguis y humildes zapatos de la destroyer; que no sabía expresarse porque la expresión es producto de la lectura, y García Jiménez ha reconocido en muchas ocasiones que su fuerte no es, precisamente, leer, aun cuando se decía catedrático de la Universidad Veracruzana que por antonomasia deben poseer una preparación académica general, y acaso por ello aquel muchacho de cabello largo y desaliñado que saludaba a todos, ahora le cueste trabajo bajarse de la suburban blindada en la que viaja en la parte trasera como todo un potentado para saludar a la gente y a los medios de comunicación que le piden entrevistas, aun cuando su tutor Andrés Manuel López Obrador viaja en el asiento delantero y hasta detiene la unidad para que el pueblo lo salude y apapache.

CUITLAHUAC VIAJA ahora precedido de 10 o 12 camionetas blancas, patrullas de la Guardia Nacional y policía Estatal, motociclistas y una ambulancia por si le duele un cayo o una muela en pleno viaje, dejando atrás su formación de Chairo para transmutarse en fifí, haciendo a un lado aquellos tiempos cuando andaba a pie recorriendo las polvorientas calles para repartir pasquines de Morena, encabezar mítines y jalonearse con la policía entre agudos gritos de furia. Ahora que circula en camionetas de altísimo blindaje se niega a detenerse para atender a periodistas, como ocurrió la mañana del martes en Sayula de Alemán, donde sin parar la marcha, cuando los reporteros trataron de abordarlo se limitó a señalar desde el interior de la lujosa camioneta, sacando el brazo y haciendo ademanes, que los temas abordados en la Mesa para la Construcción de la Paz realizada en ese municipio fueron migración y seguridad, así de manera general, sin especificar la problemática que afecta al sur del estado con tantos muertos, y acto seguido se perdió a toda velocidad solo comparable con el miedo que le acomete.

EN LA novela “Siete lunas y siete serpientes” de Demetrio Aguilera Malta se habla del perenne enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal, aunque en su aplicación más inmediata se refiere al enfrentamiento entre opresores y oprimidos en Latinoamérica. Una prefiguración mítica permea la vida cotidiana dándole una dimensión trascendental, y en esa novela encontramos tres casos específicos de metamorfosis, es decir de personas que se trasmutan en animal. Sin embargo, los episodios que nos interesan para discutir el tema son: la metamorfosis de Candelario Mariscal en caimán, la de Crisóstomo Chalena en sapo y la transformación de los Mandamás, los poderosos del pueblo de Santorontón en una especie de monstruo con múltiples cabezas. En otras palabras, en este caso la transformación es un proceso de deshumanización. Es apropiada la metamorfosis de Candelario en caimán porque este animal según lo explica el Diccionario de símbolos y mitos es emblema de la tiranía, de la furia y de la maldad, así como el emblema de las tinieblas.

El mismo sentido tiene la transformación de Crisóstomo Chalena en sapo. Este representa el arquetipo del explotador, que por medio de un acuerdo con el Diablo consigue el monopolio del agua en Santorontón, pueblo ficticio en el cual se desarrolla la novela, y con la ayuda de los poderosos la usa para satisfacer su codicia usurpando todas las posesiones de los pobres. La usura desaforada y la cooperación de Satanás quitan a Chalena todo rastro de humanidad, por consiguiente tiene lugar su transformación en sapo. De los Mandamás, los poderosos, o en otras palabras, las autoridades de Santorontón que cooperan con Crisóstomo Chalena, cuando llega al pueblo el joven doctor Juvencio Balda quien va a defender la causa de los pobres, los Mandamás tratan de eliminarlo. Para ellos el joven doctor representa una fuerza contraria a sus intereses. Este había sobrevivido el primer intento de los poderosos y estaba convaleciendo en casa del cura del pueblo, Padre Cándido, cuando llegan los Mandamás para llevárselo y eliminarlo del todo. De esa manera llegan a casa del cura: Crisóstomo Chalena, el Padre Gaudencio, el doctor Espurio Carranza, el tendero Vigiliano Rufo, el Teniente Político Salustiano Caldera, el Jefe de la Policía Rural Rugel Banchaca y dos Rurales Armados, en otras palabras, todos los representantes del poder en Santorontón, para reflejar el propósito satánico para el cual han venido a casa del cura. Todos son metamorfoseados en una especie de monstruo con cabeza múltiple.

EN ESTA metamorfosis que aúna a los poderosos de Santorontón en un mismo cuerpo simboliza la cooperación entre ellos. La transformación en víbora y en caimán demuestra el propósito satánico e infernal. Los poderosos representan la fuerza del mal, fuerza opresora e injusta, son la encarnación de la corrupción y de la codicia humana y usan el poder para esclavizar. La transformación en este caso, es llevado a cabo por el deseo y la necesidad de trascender las condiciones sicológicas opresivas del mecanizado medio ambiente. Esta trascendencia implica el pasar de un estado inferior a uno superior.

PERO UNO se pregunta: la metamorfosis que experimenta actualmente el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez y sus colaboradores (los poderosos de Santorontón) podrán mantenerla de manera permanente o solo es producto de una ficción que se han empeñado en construir, ya que no imaginamos al Gobernador Cuitláhuac García Jiménez, salvo que a estas alturas ya esté hinchado de dinero, mantener el tren de vida que actualmente lleva, con medio centenar de guardaespaldas, camionetas blindadas, comidas y ropas caras, además de fiestas privadas donde el glamour es lo que cuenta. En fin, como dijera Pedro Calderón de la Barca: “Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte!. ¿Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?. Sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende”. OPINA [email protected]

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