Cambios en la práctica política

Esperanza
Morena FOTO: WEB
- en Opinión

Irineo Domínguez Méndez / En artículos anteriores opiné sobre el “fuego amigo”; acción ejecutada contra militantes del mismo partido con el propósito de dañar la imagen de un adversario y en la que se desconoce al autor, aunque puede suponérsele. Ahora, parece que los cambios en el quehacer político están superando la imaginación. Uno de ellos es la práctica de la “guerra sucia”, en la que se “tira(ba) la piedra y se esconde(día) la mano” o la denominada “golpes bajos”, que hoy vemos son “golpes sobre la mesa”. En otras palabras, ya no se ocultan diferencias personales y grupales ante los observadores. Tales cambios se están gestando en todos los partidos, sobresaliendo los del partido MoReNa, como resultado de las sucesiones para los cargos de gobernador y presidente de la República.

Las notas informativas indican desavenencias entre funcionarios de primer nivel: entre electos y designados. Primero, surgieron las declaraciones encontradas entre la titular del ORFIS y la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado; mismas que subieron de tono al “echarse la bolita” por responsabilidades que atañen a exfuncionarios; principalmente a expresidentes municipales. Entre dimes y diretes, que señalan encubrimientos en la rendición de cuentas públicas, estos entes están dando mucho de que hablar y, de no ponerse de acuerdo, pudiera abrirse “la caja de pandora”. En este caso se presume la existencia de mandato impuesto a la funcionaria para actuar como lo hace: contra diputados que pertenecen a un grupo distinto al de Ella, dentro de MoReNa.

En segundo lugar, el descubrimiento de las preferencias que tienen el Secretario de Gobierno y el Presidente Municipal de Coatzacoalcos sobre los aspirantes a gobernador del Estado han provocado que el primero incluya como responsable al segundo de la inseguridad que vive la población en ese municipio; aquél informa que el presidente municipal se abstiene de participar en las Mesas de Seguridad para coordinarse en actividades tendientes a brindar seguridad a los habitantes del lugar y, con ello, “patear la bolita” hacia el gobierno del Estado, indiciándolo como único responsable de dicha inseguridad. De pertenecer al mismo grupo político, sería inexistente las diferencias entre estos funcionarios morenistas; uno que apoya supuestamente a Rocío Nahle y el otro al delegado Manuel Huerta.

Es opinión del suscrito que los morenos aprovechan las circunstancias similares vividas por los partidos de oposición para atacarse sin sufrir daño alguno en su imagen; los opositores no pueden explotar en su favor las diferencias morenistas porque padecen el mismo mal: diferencias intestinas entre las élites de esos partidos; diferencias que, cada vez más, se agudizan con el acercamiento de los destapes de “las corcholatas” de sus respectivos partidos. ¡Hasta “hueva” da referirse a ellos!

La nueva práctica política no difiere en los fines perseguidos por los actuales actores políticos: el principal es el “conservadurismo”. Han aprendido muy bien el dicho: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Todo México sufre una nueva élite política conservadora surgida de la partidocracia. En palabras de Irving L. Horowitz: “El conservadurismo es (…) mucho más una reacción negativa ante el constante desarrollo social que enunciación positiva de sus principios. Este negativismo es especialmente marcado en los esfuerzos conservadores por resucitar el elitismo como ley social fundamental”. Ley que permite, primero, subordinar a las militancias partidistas.

El conservadurismo actual percibe su avance sumándose al ideal socialista; dice ser “progresista” para ocultar sus perversas intenciones de perpetuarse en el poder. Tienen un discurso falaz que mantiene dormido al pueblo; lo acompaña promoviendo los programas sociales, que utilizan para comprar conciencias adoctrinando a una ciudadanía anti revolucionaria. Pues, otra revolución – pacífica -, significaría la siguiente 5T, con derrotero a una verdadera democracia participativa.

El nuevo conservadurismo se fortaleció en México con la aprobación de “la reelección” a cargos de diputados, senadores y cuerpos edilicios de los ayuntamientos. Aquéllos pueden “estar en el poder hasta 12 años”, suficiente tiempo para preparar, también, la nueva herencia política que antes impuso el priísmo: dejar el poder en manos de familiares para continuar gobernando como nueva élite política.

Efectivamente, el elitismo no es nada nuevo, como tampoco lo es la herencia de puestos de elección. Sin embargo, es deseable la desaparición de ambas cosas. Es posible desarrollar formas sociales sin élite, sin aristocracias políticas surgidas del enriquecimiento – casi siempre ilícito -, por la práctica del conservadurismo político. Sin corruptos buscando solo “el pinche poder”. Sí suena a lo que es: “una pinche utopía”.

Tenemos un presidente de la República que puede tener las mejores intenciones con sus políticas económicas; más, todo lo bueno se opaca con su acción permisiva tendiente a dejar el País en manos de delincuentes y neoconservadores. Si en el tiempo que le resta como gobernante no hace nada al respecto, él trascenderá como cualquier salinista: como traidor a la Patria; de Benito Juárez y de Francisco I. Madero.

Otro sí digo. – Existen muchos morenistas que dicen: “ni con melón, ni con sandía”. ¿Los identifica la oposición?

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