En un país con hambre, las masas son moldeables y se pueden manipular a la voluntad del supuesto benefactor. No es un secreto que el presidente López Obrador tiene altos índices de popularidad entre las personas de la tercera edad y entre los jóvenes que no trabajan ni estudian. Por tal motivo, el primer mandatario saca un conejo de chistera y ahora sale con la puntada de que el pueblo bueno sea el que determine la permanencia del Ejército en las calles. «Que la gente decida, que haya tiempo para debatir, seguir dando información a favor y en contra», dijo el tabasqueño.
También pidió, además, que no sea una consulta con el INE. «Hay que buscar legalmente si existe un mecanismo, parece que sí se puede a través de la Subsecretaría de Gobernación, es legal, aun cuando no sea vinculante». Desde luego que al presidente le gusta aventarse de las alturas, pero con una red de protección, sabe que Juan Pueblo lo apoyará, porque sus corifeos disfrazados como Superdelegados los amedrentarán para que voten por la propuesta presidencial, ya que de no hacerlo, podrían perder sus pensiones o becas.
El presidente sabe que cuenta con 14 millones de personas que reciben su dinero por medio de su tarjeta de Bancos Bienestar y con nueve millones de jóvenes que supuestamente están construyendo su futuro. Así se las gasta el amo y señor de la 4T para salirse con la suya.
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