No se requieres ser un sesudo analista político para descubrir que el presidente Andrés Manuel López Obrador busca ser la mano que mesa la cuna después de que constitucionalmente concluya su mandato. Para que sus planes se cumplan, debe tener al frente de la presidencia a alguien moldeable y que pueda manipular como un títere o una marioneta. Hasta el momento, quien llena todas las exigencias y requisitos presidenciales es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Esta funcionaria es el eco de lo que dice el presidente, si el Ejecutivo federal dice negro, ella también estará de acuerdo.
Por esa razón, no sorprende que la jefa de la Ciudad de México repita que la elección de tres mil congresistas fue casis-casi una experiencia religiosa en la que sólo hubo pequeños inconvenientes, tal como lo había dicho el presidente en una de sus conferencias mañaneras. Sin embargo, resulta preocupante que ese sea el patrón o modus operandi para las elecciones presidenciales del 2024.
La misma autoridad electoral ha hecho llamados de atención por la participación de miembro del gabinete o gobernadores cuando se volcaron a promocionar la consulta nacional de manera descarada. Ojalá y que ese estercolero no se repita, por el bien de todos los mexicanos.
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