La intolerancia es el sello de la casa de la 4T; ahora AMLO arremete contra los jesuitas

Honesto
Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Cuando critica a los medios como chayoteros, cuando llama a los empresarios conservadores o cuando arremete contra los jesuitas, por condenar el asesinato de dos de sus correligionarios, Andrés Manuel López Obrador se muestra en todo su talante como es: un presidente intolerante. El Ejecutivo federal olvida que esta comunidad de clérigos se la jugaron con él en el 2018, confiaron en la promesa de que los indígenas pobres tendrían un papel prioritario en su gobierno. Creyeron que las condiciones de seguridad mejorarían.

En otras palabras, el presidente les da la espalda a los aliados que creyeron la 4T y que le han ayudado a moralizar a las clases más desprotegidas. Por cierto, ayer en el entierro de los dos clérigos asesinados, el arzobispo de la Diócesis de Chihuahua, Constancio Miranda, advirtió: «Todos somos ciudadanos. No vayamos mexicanos contra mexicanos. Hoy más que nunca tenemos que estar unidos como pueblos y autoridades. No caigamos en el juego de la polarización».

Sin duda, un discurso inteligente, donde condena la lucha entre mexicanos y la polarización, muy distinto al discurso oficial que pone en contra tanto a los fifís y conservadores, como a los impulsores de la 4T, a quienes el presidente llama patriotas. Por cierto, muchos se preguntan cómo le irá a hacer el presidente cuando quiera componer sus relaciones con la Iglesia católica, que, por cierto, hasta el momento ha guardado un prudente silencio.

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