Gran indignación ha causado entre la sociedad chihuahuense el asesinato de dos sacerdotes jesuitas, quienes quisieron ayudar a una persona que llegó herida a su templo. Un comando acribilló al herido y a los dos jesuitas, después se robaron los tres cuerpos. De acuerdo con información reciente se señala a José Noél Portillo, El Chueco, del asesinato de los sacerdotes, un sujeto que según las autoridades es un gran generador de violencia.
Sobre el caso el cardiólogo Ricardo Palma en sus redes sociales informó: «El día de hoy me avisan que tras asesinar a los dos sacerdotes en el poblado de Cerocahui, Chihuahua, sujetos armados irrumpieron en el Hotel Misión Cerocahui de Hoteles Balderrama y se llevaron a turistas incluyendo a MI PAPÁ». ¿Cómo pueden actuar con tanta libertad e impunidad estos criminales? Desde la diócesis Tarahumara un comunicado reclama justicia y acusa al gobierno como responsable de la violencia: «No es sólo el que aprieta el gatillo sino también aquellos que teniendo el poder para detener esta barbarie y prefieren no hacer nada, ellos también son cómplices».
Pero ya lo dijo el presidente López Obrador: «Tenemos que ser respetuosos de los derechos humanos. Los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto y el uso de la fuerza tiene límites, básicamente es para la legítima defensa». ¿Y las víctimas?
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