Jeanine Áñez era una presentadora de televisión, del tipo de la “Dra. Polo”. Por razones populistas la hicieron senadora, donde llegó a ser la vicepresidenta de la Cámara de Senadores. Después de la renuncia de Evo Morales en 2019, en lo que se llegó a llamar un golpe de estado, Jeanine Áñez asumió la presidencia. En realidad, la empinaron, pues los senadores con experiencia sabían de la gravedad de asumir ese cargo en un país como Bolivia, donde otro golpe de estado podría regresar a los seguidores de Evo al poder. Y eso fue lo que sucedió. Una vez que regresó el Movimiento al Socialismo al poder con Luis Arce Catacora, lo primero que hicieron fue aprehender a Jeanine Áñez para someterla a juicio.
Después de un año en la cárcel, el Tribunal Primero de Sentencia de la Paz sentenció a la expresidenta de Bolivia a 10 años de cárcel por los delitos de «resoluciones contrarias a la Constitución» e «incumplimiento de deberes». En realidad, esa sentencia es un escarmiento, dijo el partido oficialista. «La condena sienta un precedente para que nunca más se intente un golpe de Estado en Bolivia», reconocieron los políticos en el gobierno.
Por su parte Jeanine Áñez, de manera tácita ha reconocido que sólo la usaron: «Se me ha negado el derecho a la justicia. Así han tratado a una mujer, madre, expresidenta, inocente. Porque Bolivia entera sabe que esos delitos por los que me están acusando, no los he cometido. Bolivia entera sabe que solo fui una consecuencia de todo lo que sucedió en 2019».
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