AMLO, un presidente terco y obcecado que insiste en su estrategia de abrazos, no balazos en un país rebasado por la violencia

Abrazos
Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB

Cuando una estrategia no funciona y no entrega resultados positivos en cualquier área, lo más recomendable y sensato sería buscar otra estrategia alternativa. Si el operador insiste en seguir usándola, a pesar de entregar resultados negativos, esa persona podría considerarse terca y obcecada. Pues algo similar le pasa al jefe del poder Ejecutivo federal en México quien, a pesar de ver que los índices de violencia e inseguridad no bajan y de que el narcotráfico está más empoderado que nunca, insiste en seguir usando su política mamilonga de abrazos, no balazos.

Lo peor del caso es que el presidente ahora sale con la ocurrencia de que a su administración sólo le pueden reclamar por los delitos del fuero federal, y que los delitos del fuero local les corresponden a los estados. En otras palabras, que se rasquen con sus propias uñas.

Lo cierto es que la estrategia presidencial de abrazos, no balazos sólo ha generado un relajamiento en las corporaciones que componen el poder Judicial. Pero lo peor del caso es que le restan autoridad al Ejército Mexicano, ya que en lugar de atacar de frente a los narcotraficantes, son usados para pegar ladrillos en las obras de la 4T. En otras palabras, el discurso de abrazos, no balazos no compone absolutamente nada.

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