Bernardo Gutiérrez Parra / Nadie sabe cuántos tropezones lleva Cuitláhuac García como gobernador de Veracruz, pero hacer el ridículo se está haciendo otra de sus costumbres. Tan es así que los veracruzanos le hicieron ver su desprecio al mandarlo al último lugar en la encuesta de gobernadores del mes de abril. Apenas un 13% siguen aceptando sus disparates, contra un 87% que ya no hallan cómo decirle que se vaya.
Sus improvisaciones, payasadas, corrupción, nepotismo y soberbia preocupan en Palacio Nacional. López Obrador sabe que si sigue sosteniendo a su pupilo la continuidad de la 4T en la entidad se irá al diablo. Y no le falta razón, la presencia de Cuitláhuac le garantiza la derrota.
Veracruz es un desastre en crecimiento económico, generación de empleos, servicios de salud, seguridad y también en impartición de justicia. Checa el dato, lector.
Tiene una titular del Poder Judicial con problemas mentales, una fiscal que es una nulidad comprobada, jueces inmorales y corruptos, una de las peores policías del país comandada por un individuo señalado de extorsionador y un gobernador torpe, ignorante, incapaz y abusivo.
Si a esto le agregamos que los miembros del gabinete son un cero a la izquierda y que el 90% de los legisladores locales son casi analfabetas… úchale. ¿Qué le harían los veracruzanos a Dios que los ha dejado tan feo de su mano?
Ahora se sabe que más de 800 mil medicamentos oncológicos están a punto de caducar porque nunca los repartió el ex titular de Salud, Roberto Ramos Alor. Al tipo sólo le aceptaron su renuncia cuando debería estar respondiendo ante un juez por esa criminal omisión.
Veracruz está rabioso, tantito por el calor y tantito por la indefensión, abandono y desamparo en que lo tienen quienes deberían proteger a la ciudadanía. También por el desdén con que tratan los feminicidios, los asesinatos a mansalva y las desapariciones como la de Viridiana Moreno Vázquez.
Esta joven mujer, madre de un menor de cuatro años, salió de su hogar en Ciudad Cardel el miércoles 18 rumbo a una entrevista de trabajo y nadie la ha visto desde entonces.
Amigos y familiares subieron su foto a las redes y organizaron marchas exigiendo su aparición. El viernes cuando le preguntaron al gobernador por el caso dijo textual: “Ah sí, yo la atendí. No está desaparecida, está resguardada”. Ah caramba y por qué. “No lo puedo decir públicamente”.
Y más tarde, ahí tienes lector a sus achichincles tratando de lavarle la cara. Un confuso boletín del Gobierno del Estado (no del gobernador) dice que Viridiana no está resguardada por ninguna autoridad y la siguen buscando.
Para no perder la costumbre le atizan a medios y reporteros: “No debe tergiversarse ni interpretarse en los medios para presuponer que está en resguardo de alguna dependencia gubernamental”.
Nadie está presuponiendo nada, fue el gobernador el que volvió a meter la pata. Y sus segundos en lugar de ayudarlo lo hunden.
Este domingo el secretario de Gobierno Eric Cisneros mintió flagrantemente al asegurar que Cuitláhuac no dijo lo que dijo. “Lo que el señor gobernador dijo en su momento y fue muy claro, es que era probable que quien la tuviera en resguardo (a Viridiana) fuera una persona cercana a ella, particularmente su pareja…”.
El funcionario agregó: “En este tema lamentablemente hay muchos ‘calienta cabezas’ y también muchas personas que les gustaría que las cosas se condujeran por otro lado”.
Al que ya le calentaron la cabeza todos (del gobernador para abajo), es a López Obrador. La situación en Veracruz se está complicando tanto que o remueve a Cuitláhuac o se arrepentirá no sólo en el 24 sino el resto de su existencia.
Andrés Manuel debe entender que hizo por su muchacho más de lo que un padre haría por un hijo, pero el tipo es muy cerrado. Si algo le debía al ingeniero mecánico se lo pagó con creces y a costa de la seguridad y bienestar de los veracruzanos.
Debe removerlo y debe hacerlo ya. Un sacrificio como quiera se aguanta pero un tormento no. Y Cuitláhuac se ha convertido en un doloroso e insoportable tormento.
Comentarios