Se va Ramos Alor, ya se cansó de ser el payaso de la familia del gobernador. Fue un pelele que dejó que, en Salud, la “familia” hiciera negocios a sus anchas

Alor
Roberto Ramos Alor FOTO: WEB

Roberto Ramos Alor era un “Patch Adams” a la veracruzana; un payaso vestido de doctor. Ignoro si las personas que fueron tratadas por él como galeno salieron satisfechas por la efectividad de su consulta; ignoro si daba la receta adecuada para la cura de alguna dolencia. Lo que sí sé es que el señor fue un mequetrefe al que le dejaron llevar a cabo sus excentricidades siempre y cuando dejara operar libremente a la familia del gobernador. Se hacía limpias con brujos, las supercherías de un hombre de ciencia; libró los señalamientos de homosexualidad cuando aquel beso apasionado con su chacal; libró la pandemia durante dos años, aunque en el ensayo y error se le murieron muchos pacientes.

Para el gobierno de Veracruz el secretario de Salud era lo de menos. El Sector Salud sobrevive victorioso gracias a los miles de doctores comprometidos, no gracias los funcionarios públicos de la salud. En Salud lo que importaba era el dinero, la administración controlada por Eleazar Guerrero o el departamento de Recursos Materiales controlado por la hermana de Cuitláhuac.

A Ramos Alor le dejaban las payasadas, los cortes de listón o la aplicación de vacunas a Rocío Nahle, su mentora. Se va Ramos Alor porque seguramente ya se cansó de ser el payaso de la familia del gobernador, se va porque no quiere que al rato él sea el perro al que le echen todas las pulgas.

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