Es cierto que, en varias ocasiones, algunos miembros del Ejército mexicano abusaron de los derechos humanos, sobre todo en las comunidades indígenas, como lo muestran las diversas denuncias que se encuentran archivadas o de plano olvidadas. En contraste, también se encuentra en la memoria de muchos mexicanos cómo las Fuerzas Armadas ayudaba en momentos de desastres naturales. Tan pronto el Gobierno federal aplicaba el Plan DN-III-E, inmediatamente se podían observar las cuadrillas de soldados ayudando a las víctimas.
Ese tipo de acciones, servían mucho para que los mexicanos respetaran a los miembros del Ejército mexicano. Sin embargo, con la llegada del presidente López Obrador, y con la implementación de una absurda política de “abrazos no balazos”, los soldados han sido blanco de humillaciones verdaderamente vergonzosas por parte de vándalos y de pobladores que simpatizan con el crimen organizado.
Las imágenes y videos que se observan en las redes sociales, dan constancia de la impotencia de los miembros del Ejército, quienes son vejados, golpeados y desarmados por los pobladores. De modo que, la imagen de las Fuerzas Armadas se encuentra por los suelos y, por ende, los ciudadanos pueden ser víctimas muy fácilmente por las bandas de secuestradores. Ni hablar, esa es la consecuencia de no tomar la responsabilidad de atacar de frente a las bandas delincuenciales.
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