El presidente López Obrador se fue contra los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes nuevamente le corrigieron la plana. La SCJN echó abajo la norma que impedía a exfuncionarios públicos ser contratados en empresas privadas durante un periodo de diez años. En la mañanera de este miércoles el presidente declaró: «¿Cómo es posible que se regrese a lo de antes?, ¿y qué era lo de antes?, bueno, la vergüenza nacional de que el que privatiza los ferrocarriles, el que acaba con una historia de siglo y medio de ferrocarriles nacionales, Ernesto Zedillo, se va a trabajar de asesor a la empresa a la que le entregó los ferrocarriles y (Felipe) Calderón hace lo mismo, ayuda a Iberdrola, empresa monopólica particular que controla la electricidad en España».
Molesto el presidente López Obrador calificó de aberración esa decisión de los ministros: «No estoy de acuerdo con eso, hay que buscar la forma, yo no me voy a quedar callado ante esas aberraciones, nos prendieron con esas prácticas, entonces vamos a continuar». Esta es la actitud del presidente cuando cree que una institución se porta de manera laxa con quienes él considera delincuentes inmorales.
Pero, ¿cuándo se trata de su familia? ¿Cuándo se presentan pruebas sobre la corrupción de sus hijos, de sus funcionarios, de sus militantes? Ah, entonces todo se trata de una guerra sucia por parte de los conservadores. Es decir, mira la paja en el ojo ajeno, pero se olvida de la viga que hay en su propio ojo.
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