Bufando y engallado, el gobernador de Veracruz se encuentra entre la espada y la pared. Las manecillas del reloj avanzan y otra derrota amenaza con hacerse presente. Su sobrada soberbia y su falta de experiencia política lo colocan para volver a ser escarnio y burla no sólo del pueblo de Veracruz, sino de todo el país. Y es que, si el Ejecutivo estatal hubiera acatado con buen ánimo, las recomendaciones de la Suprema Corte, quien declaró como “inconstitucional” el cuestionado delito de ultrajes a la autoridad, no estaría en una posición tan incómoda.
Pero no, el gobernador seguramente mal aconsejado por su secretario de Gobierno, comenzó a lanzar ajos y cebollas contra el Poder Judicial de la Federación. Ya antes había cometido varios dislates, entre ellos haber retado y provocado a los ministros. Sin embargo, ahora se lanza contra el juez que otorgó el amparo a José Manuel del Río Virgen para que sea liberado de prisión por falta de pruebas en su contra.
Para el gobernador veracruzano, los ministros se equivocaron y ahora el Poder Judicial de la Federación también, en su complicada sesera, Cuitláhuac García concluye que Juan Manuel N (sic) es un político intocable, porque tiene amigos influyentes en el Senado y a esos políticos no se les vincula a sus delitos. Ahora resulta que son impunes por el decreto del amiguismo y la corrupción. Lo cierto es que estamos a unas cuantas horas de ver en libertad a José Manuel del Río Virgen.
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