Que quede bien claro, en México se debe respetar la libertad de expresión y dar todas las garantías a los comunicadores para ejercer su trabajo. Es una máxima de la Constitución del país. De modo que los berrinches y revanchas presidenciales están fuera de tono. Y es que, si el periodista Carlos Loret de Mola no hubiera echado sal en la llaga del sentimiento familiar del Ejecutivo federal, tenga por seguro que éste seguiría manejando en sus mañaneras, su desgastado discurso de austeridad republicana. Con la información de la Casa Gris, muchos se bajaron de su ladrillo.
Era muy notorio que los jefes de la 4T se encontraban bajo los influjos de una embriaguez soberbia que los hacía creer que su gobierno sería de duración milenarista. Hoy han sido bajados de su pedestal, hoy se han dado cuenta que no son paridos por las hadas y que tienen la obligación de entregar cuentas a la sociedad. Y es que, sobre todo, el presidente no debe olvidar que cualquier periodista debe de ser objeto de respeto por parte del Estado.
Si acaso hay inconformidad por alguna información, las mismas leyes garantizan el derecho de réplica, pero de eso a iniciar una campaña de improperios contra algún comunicador, sólo genera un ambiente de rispidez entre los medios y el Ejecutivo federal. Ojalá y que el presidente comprenda que el camino del enfrentamiento desgasta y que, en esta ocasión, el desgaste lo lleva a cuestas.
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