El gran Ídolo de México es, sin lugar a dudas, Pedro Infante. Desde su muerte, ocurrida hace 64 años, un 15 de abril de 1957, el pueblo de México lo adoptó como el gran ídolo, indiscutible. No le quitó el puesto Jorge Negrete, tampoco Javier Solís ni Mario Moreno Cantinflas; tampoco Vicente Fernández. En los inicios de su carrera, Vicente Fernández intentó tomar el puesto de Pedro Infante en el cine.
Realizó películas con papeles muy semejantes a los del Ídolo de México, carpintero, chofer, ladrón, ranchero, borracho, enamorado, pero no era un buen actor, sus películas eran malas y no tenía el contexto de la “época de oro” del cine mexicano que contaba con actores como Fernando Soler, Sara García, Elsa Aguirre, Marga López; y directores como Ismael Rodríguez, que realizó con Pedro Infante varias trilogías como Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe el Toro.
A finales de los ochentas, cuando se dio cuenta de que no podría ser como Pedro Infante, el Charro de Huentitán se dedicó a cantar, a cantar y a cantar; lo mejor que sabía hacer. Con ello logró un lugar en la música mexicana, un lugar indiscutible como el “Rey de la música ranchera”; ese puesto nadie se lo quita.
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