Muere el arquitecto Enrique Murillo, baluarte de la arquitectura en México; yo dormí varias noches en La Ballena, yo escribí un poema en su honor

Murillo
Muere el arquitecto Enrique Murillo, baluarte de la arquitectura en México FOTO: WEB
- en Carrusel, Opinión

Armando Ortiz / Yo viví unos días en La Ballena, en uno de esos departamentos integrales que construyera el arquitecto Enrique Murillo allá por la salida a Coatepec rumbo a Briones. Entonces tenía 20 años y mi amiga Mariza Rivas tenía 50. El departamento donde Mariza vivía me deslumbró. Uno, acostumbrado a los patios de vecindad, a las casas de Infonavit, no podía concebir que las personas vivieran en esos espacios tan llenos de armonía; un espacio de improvisación bien calculada.

Y es que las casas que yo conocía debían tener sala-comedor, cocina, recámaras y baño; ah, puertas y ventanas. Pero entrar a uno de los departamentos de La Ballena era entrar a un recinto que te arrobaba, con esa ambigüedad de espacios que eran cómodos e incómodos a la vez, con esos elementos tan de la tierra, del agua, del viento y del fuego.

Había en el centro de lo que debía ser la estancia una piedra enorme que servía de mesa de centro. No había sala, sino unos cojines en una estructura de cemento cubierta de alfombra que te recordaba los teatros independientes. Había una chimenea y sobre esa chimenea un cuadro, “El acróbata” de Marc Chagall, con su delgadez y su melancolía que me inspiraron un poema.

A un lado había una viga con lajas como escalones que te conducían a un tapanco donde había un cómodo cochón donde dormí varias noches. Todo eso, el deslumbramiento que me causó el departamento me inspiró a escribir un poema que un día leí a Enrique Murillo en casa de Roberto Williams.

El poema y el encuentro lo celebramos con varios caballitos de tequila, en esa noche de música, poesía y charla; Platón y Sócrates siendo escuchados por Fedón. ¿Dónde quedó ese poema? No lo sé, tal vez ese poema no era para todos, sólo tenía un destino, los oídos de Enrique Murillo, el gran arquitecto que hoy, martes 7 de diciembre, ha partido a ese viaje que algún día todos emprenderemos.

Dice Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar: “Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marca humana en un paisaje que se modificará así para siempre; es también contribuir a ese lento cambio que constituye la vida de las ciudades”. Tú, Enrique, lo entendiste a cabalidad, por ello te considero eterno.

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