Bodas, una maldición en la 4T; entre Yáñez y Santiago

Nieto
Las bodas de César Yáñez y Santiago Nieto FOTO: WEB
- en Opinión
*Cuitláhuac prefiere no casarse para no molestar a AMLO
*Para el Presidente México debe ser un país de miserables

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / LAS BODAS en México, casamientos o nupcias -términos que dan inicio a un matrimonio- podrían convertirse –con el advenimiento de la Cuarta Transformación- en motivo de persecución, investigación y ceses –si es que los contrayentes laboran en los infaustos Gobiernos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional-, sobre todo si como se acostumbra en esas celebraciones, los novios y las familias de estos echan la casa por la ventana, y peor aún si se comete el crimen de invitar a los “enemigos” del Presidente Andrés Manuel López Obrador como fue el caso de Juan Francisco Ealy Ortiz, propietario y director general de El Universal, presente en el enlace matrimonial del, ahora depuesto titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo y la Consejera Electoral, Carla Astrid Humphrey Jordan –que, para variar, estuvo casada cinco años con Roberto Gil Zuarth, ex subsecretario de Gobernación, ex diputado federal, ex Senador y ex secretario particular de Felipe Calderón, el enemigo más enconado del Presidente López Obrador-. AMLO no quiere bodas fastuosas aunque los actores tengan para pagárselas, porque desea un País de pobres, de miserables que coman de su mano y acaten ciegamente su voluntad por ello. Su Gobierno es de tendencia paternalista –más allá del socialismo o comunismo que tanto defiende, aunque Rusia y China no secunden sus ocurrencias en la Organización de las Naciones Unidas porque tienen un corte aldeano, desconocedor de los vaivenes del planeta-. Casarse el actual régimen es malo, pero en caso de desearlo, la boda debe ser austera, con un menú de tamalitos, barbacoa, carnitas, chiles rellenos, y en el traspatio de una vivienda de interés social o cerrando una calle, con invitados que no presuman ropa de marca ni autos de lujo y mucho menos alhajas, mientras que la fiesta debe ser amenizada con mariachis o una marimba, y la bebida debe concretarse a agüita de horchata, jamaica o de maracuyá, haciendo a un lado coñac, whiskies etiqueta verde, azul o negra, y si acaso caguamas.

PERO SI usted, distinguido integrante de la 4T no puede acatar lo anterior, lo mejor será que viva en amasiato o unión libre, y cuando acabe el infierno de la “transformación”, si es que termina pronto, lleve a su feliz pareja al altar luciendo las mejores galas y haga lo que le venga en gana, siempre y cuando gaste su propio dinero. Porque hacerlo ahora le ganaría críticas, lo acusarían de traidor a la austeridad republicada y casi lo empalarían para escarmiento de los demás, pues no es posible que el señor Presidente López Obrador, que come en fondas callejeras, consume agüita de tamarindo o pozole, engulle tamales y tostadas, dé el ejemplo de lo que quiere para México y usted siga derrochando como los conservadores. Lo que llama la atención es que, al menos en Veracruz, hasta los funcionarios de medio pelo se trasladan en lujosas suburban, la mayoría blindada, o en lujosas camionetas y que, incluso, muchos funcionarios cuenten con un sequito de entre 6 a 15 guardaespaldas, cuando AMLO viaja solo con dos ayudantes cuando mucho, aunque eso sí, desplegado discretamente todo un ejército de elementos militares y de la guardia nacional en torno a sus eventos.

BASTA RECORDAR el caso de César Yañez, quien durante muchos años apoyó el discurso y las ocurrencias de su cercanísimo jefe sobre la austeridad republicana, y cuando se perfilada para ser el Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de la República se le ocurrió casarse y organizar una boda nada austera, una fiesta “fifí” por su menú de langosta y champaña y su respectiva portada y nada baratas 19 planas en la revista ¡Hola!. Lo que siempre quedó en el aire ha sido la manera en que Yáñez pagó esa boda digna de un magnate o de un integrante de la realeza, y aunque él jamás dijo nada, pues es muy discreto y hasta aseguraba que le gustaba el bajo perfil, la respuesta surgió después: Yañez simple y llanamente mató víbora en viernes, y de la noche a la mañana se convirtió en “príncipe consuerte, que no consorte”, ya que la novia, según se dijo, posee una fortuna considerable que le permite darse esos y otros lujos, aunque en la Cuarta Transformación la forma es fondo, y hasta ahí llegaron las alas de don César, por más amigo que haya sido del, ahora, Presidente López Obrador.

BIEN DIJO Arlequín alguna vez que el pueblo no es tonto, tonto es quien cree que la boda es un error político o una falta de congruencia con el discurso de la austeridad. Porque una cosa es la austeridad y otra muy distinta la vida personal, y una boda es una boda. Es el sueño de toda mujer y varón que se amán, y en aras de dar a conocer su enlace no conocen límites. Aquella vez, el entonces presidente electo y testigo del matrimonio civil, Andrés Manuel López Obrador, refirió que cada quien es responsable de sus actos, y la boda de Yáñez no se trató de un acto de gobierno, pero finalmente no lo dejó llegar a su administración. Y es que al mandatario molestó mucho que el menú no fuera sus típicas garnachas, picadas, frijoles con gorgojo, tamales de chipilín y agua de maracuyá o guayaba, sino que incluyera cola de langosta con escamoles, ensalada de camarones y espárragos, bisque de langosta, nieve de guanábana, filete de res a la bordelesa y muchos postres, y que la foto del recuerdo fuera tomada en la terraza de la suite presidencial del pomadoso y súper fifí hotel Rosewood de Puebla, cuando lo ideal debió haber sido un catre o hamaca.

COMO FUERA, más vale un aviso a tiempo, y si usted integrante de la Cuatro T está a punto de contraer nupcias, posponga el evento o cásese con una rica que lo retire de trabajar como a César Yáñez, o una consejera del INE que, según AMLO y los legisladores de MoReNa, ganan más de 300 mil pesos mensuales, pero no se atreva a invitar a periodistas que critican a AMLO o al Gobernador Cuitláhuac García Jiménez si se trata del Estado, porque sus días en política están contados. Por eso es que uno se pregunta si por esa causa y no causar malestar o contrariedades al Presidente López Obrador, el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez aún sigue soltero a los 53 años de edad (pues nació el 18 de abril de 1968), aunque si fuera si fuera por otra causa es muy su vida. En fin, la Cuarta Transformación no permitirá que nadie de sus distinguidos integrantes exhiban derroches económicos, aunque a espaldas del mandatario nacional de sigan dando, y Veracruz no es la excepción ya que el Gobernador, que había prometido donar la casa de Gobierno a la UPAV prefirió seguirla habitando y vivir como un príncipe, como lo que siempre soñó, aun cuando levantaba la mano izquierda pero cobraba con la derecha. Quizá por ello algunos comedidos dicen que el proceso de Javier Duarte en el Estado es una causa que no prosperará por la gratitud que le guarda el titular del actual régimen local. Así de simple. OPINA [email protected]

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