La sucesión adelantada en Veracruz

Nahle
Rocío Nahle y Cuitláhuac García FOTO: WEB
- en Opinión

Aurelio Contreras Moreno / A tono con lo que sucede a nivel federal, en Veracruz el clima político es de sucesión adelantada por la gubernatura dentro del partido oficial.

Pero a diferencia de lo que ocurre con la carrera presidencial, donde es el propio Andrés Manuel López Obrador quien adelantó los tiempos con el objetivo de promover con todos los recursos del Estado a su favorita, Claudia Sheinbaum, en Veracruz el gobernador Cuitláhuac García Jiménez no parece tener voz ni voto al respecto y únicamente se estaría plegando a una decisión que se tomará en otro lado.

Para nadie es un secreto que la secretaria de Energía del gobierno federal, Rocío Nahle García, es quien aparece como la más adelantada entre los aspirantes a la postulación a la gubernatura de Morena en 2024. En primer lugar, por su clara cercanía con el presidente, quien le encomendó sacar adelante uno de los proyectos más importantes –y controversiales, por su anacronismo y ausencia de sustentabilidad- de su sexenio: la refinería de Dos Bocas.

La posibilidad de que Nahle sea la candidata a la gubernatura de Veracruz en 2024 depende en gran medida de que entregue terminada la refinería. Así sea a costa de violar los derechos laborales de quienes la están construyendo, obligándolos a trabajar de sol a sol con tal de que la concluyan, como sea, en los tiempos que el gobierno fijó. Y como es costumbre de la “4t”, pagando lo que le da la gana por la labor de los obreros.

Es de tal manera indispensable para el régimen terminar cuanto antes la refinería, que no tuvieron empacho en reprimir con la fuerza pública a cientos de obreros que protestaron precisamente por las leoninas condiciones en las que tienen que desempeñar su trabajo. Un “grupito”, los llamó la propia Rocío Nahle al justificar las agresiones. Es lógico, sus ambiciones políticas están de por medio. Ante eso no hay “lucha” ni “causa social” que valga.

El proyecto de Rocío Nahle también tiene anclas en el estado, donde varios de sus operadores trabajan desde el gobierno estatal –en especial en la Secretaría de Salud, que es su coto de poder personal en el Ejecutivo-, varios ayuntamientos –mayoritariamente de la zona sur- y en el Congreso local apuntalando sus intereses.

Sus redes son amplias y desde Palacio Nacional le permitieron tenderlas desde que inició el sexenio de Cuitláhuac García, convertido éste en “testigo de palo” de lo que en los hechos es una humillante resta de poder político real para quien ostenta una posición como la de gobernador. Pero en un régimen tan vertical, centralista y autoritario como el actual, la única decisión que importa es la del presidente. Y hasta hace poco parecía que ésta ya estaba tomada también en el caso de la sucesión en Veracruz.

Por ello llama poderosamente la atención el reciente y muy fuerte proselitismo desplegado por un personaje que hasta hace dos meses era un desconocido en el ambiente político veracruzano: el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna.

No bien asumió ese cargo, cuando el legislador federal de Morena oriundo del sur de Veracruz –pero sin trayectoria política en la entidad- comenzó a recorrer el estado, a reunirse con representantes de diferentes sectores sociales y políticos y hasta a acercarse a periodistas y medios de comunicación, algo que a los morenistas “puros” les da verdadera rasquiña, pues creen que no lo necesitan.

Este fin de semana los amarres políticos de Gutiérrez Luna tomaron otro nivel con la concentración multitudinaria que le organizó ni más ni menos que la sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), organismo que durante décadas fue uno de los pilares de la operación y la movilización político-electoral del PRI en el estado de Veracruz.

Con el pretexto de hablar del “presupuesto para la educación”, el SNTE –que sigue siendo una de las organizaciones gremiales más grandes, numerosas y fuertes del país- hizo una apuesta política clara, que no solamente refleja apoyo a quien desde ahora ya se ha encartado en la carrera sucesoria en Veracruz, sino que muestra que el magisterio cortó lanzas con el PRI, ante su decadencia y degradación a “chiquipartido” en todos los espacios de poder en los que alguna vez fue hegemónico.

Y por cuanto hace a Sergio Gutiérrez Luna, ha quedado claro que no es un representante más del proyecto de Rocío Nahle –como se creía en un principio- y que decidió hacer política de manera tradicional, acercándose a sectores que la ortodoxia de su propio partido desprecia y aprovechando los amplios márgenes de maniobra que su posición en la Cámara de Diputados le permite.

Así como también se lo deben permitir en Palacio Nacional, donde solamente se hace lo que dice el “dedito” de “ya saben quién”.

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