Ya no sabe uno si reír o si llorar con los chairos. A veces dan risa, a veces dan lástima. Y es que después de que el presidente López Obrador cometió el craso error de leer el mensaje de Twitter de un tal Aldo Aldrete, el sujeto se convirtió en el enemigo público número uno de la chairiza. En redes sociales se han puesto a buscarlo, sin encontrar indicios del sujeto. A cuatro días de que el propio presidente lo diera a conocer, ni siquiera la FGR ha logrado ubicarlo.
Muchos analistas han llegado a l conclusión de que Aldo Aldrete es una cuanta falsa de Twitter, pues nadie ha dicho, yo lo conozco, es mi vecino o compañero de trabajo. Después del 24 de septiembre, la cuenta de este sujeto no ha tenido actividad. Otros han aprovechado el caso y han abierto cuentas a nombre de Aldo Aldrete. Los chairos, como perros de caza, andan a la búsqueda de cualquier Aldo Aldrete y los llenan de insulto sin darse cuenta que las cuentas son falsas.
El autor intelectual de estos mensajes debe de estar riéndose de estos chairos, que lanzan insulto como los perros lanzan ladridos en la noche. Pero nada los hace entender, están tan aleccionados que ellos sólo reaccionan; al llamado de su mesías, ellos salen a linchar lo que les digan, aunque el sujeto a linchar no exista.
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