Dice el dicho español que el zorro cambia de pelo, pero nunca de mañas. Esto quedó comprobado por el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien el marco del foro “Los desafíos de la libertad de expresión”, celebrado en la Universidad de Guadalajara, dijera lo siguiente: «No me gusta la figura de un presidente que se exhibe todas las mañanas comentando los artículos que lee en la prensa y muchas veces censurando o atacando a los periodistas, no me parece que sea la función de un presidente, transgrede esa función».
Y es que no viene al caso que el jefe de Estado se dedique a criticar y muchas veces a denostar a medios y periodistas que no concuerdan con su proyecto de nación. Se le olvida que para eso tiene a una runfla de patiños en su mañanera, mismos que la hacen de periodistas a modo.
Es cierto que el presidente tiene todo el derecho a disentir de lo que la prensa escribe, pero dedicar gran parte de sus conferencias mañaneras y de poner a una fiscal encargada de censurar a los medios, como lo hace Ana Elizabeth García Vilchis, sencillamente causa malestar e inconformidad. Bien por el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien no tuvo empacho de volver a poner el dedo sobre la llaga.
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