Juan Carlos Ramírez Abadía, El Chupeta, un narcotraficante colombiano que fue testigo estelar en el juicio contra el jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín el Chapo Guzmán, que despreciaba tanto a los delatores que no sólo enviaba a su ejército de sicarios a matarlos con crueldad, sino que extendía su venganza a los hijos y esposas de los que él llamaba, con desdén y coraje, sapos. Ante el caso resulta paradójico que El Chupeta haya terminado convertido en lo que más aborrecía durante su vida delictiva. Terminaría siendo un delator, un sapo, como se llama en Colombia a los soplones.
El Chupeta era un hábil montador de caballos, con notable capacidad administrativa y gerencial, y con una presencia personal que lo hacía aparecer ante sus muchas admiradoras como un seductor de telenovela, un galán de televisión. Tiempo después conocería al Chapo Guzmán, con el Chapo, comenzó a tener negocios donde en trasiego de droga era lo importante. Un día el Chupetas decidió que eliminar al Chapo Guzmán era lo mejor.
Se comunicó con gente del gobierno de los Estados Unidos y comenzó a soltar la sopa sobre varios negocios que habían tenido con Loera, señalando también algunas casas de seguridad del CDS. Una vez que el Chapo se enteró de lo que el Chupetas estaba haciendo, lo capturó, lo encerró en una casa de seguridad para después torturarlo, desfigurando la cara. Del Chupetas se sabe que está recluido en una cárcel en los Estados Unidos y que hasta el momento, después de ser un narcogalán, terminó siendo un sujeto desfigurado.
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