El asunto se agravó cuando Raquel Buenrostro, la poderosa directora del SAT, los encaró y les advirtió que si no pagaban sus deudas con el fisco ella los metería a la cárcel. Exiliados en Francia, ya con una ficha roja de la Interpol emitida para su aprehensión en cualquier momento, Miguel Alemán firma el documento en el que reconoce que el barco se hunde.
El documento es una carta enviada a los empleados de las empresas del grupo empresarial de los Alemán, y en parte de este documento se lee: «A todos los colaboradores de Grupo Alemán y Compañías relacionadas», se les informa que la ausencia de las cabezas de la familia, al frente de las compañías, se debe «a la suma de dificultades por las que estamos atravesando, tanto a nivel familiar, mediático y sobre todo en el contexto empresarial». Se pregunta el columnista Salvador García Soto si es el fin del imperio de los Alemán. ¿Usted qué opina?