En la carta de amor que el presidente entregara a la dirigencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, éste aseguró que siempre iba a estar dispuesto al diálogo. «Me resulta muy satisfactorio el proseguir este diálogo constructivo con la Comisión Nacional Único de Negociación de la CNTE, que representa a una parte fundamental del magisterio de México», decía en las primeras líneas de esa carta.
Sin embargo, una vez que los maestros de la Coordinadora se dieron cuenta que el presidente López Obrador, lo mismo que sus antecesores, es puro discurso, entonces la CNTE volvió a exigir a López Obrador el diálogo prometido. Dicen los maestros de Chiapas que ellos querían una mesa de diálogo con el presidente para resolver algunos de los problemas magisteriales en el estado.
Ante la propuesta de diálogo, comenta Héctor Gutiérrez, integrante de la Dirección Política de la Sección 7 de la CNTE, el presidente «cerró el vidrio y el diálogo». López Obrador se encerró en su camioneta, es decir, se montó en su macho, y exigiendo respeto a su investidura, no quiso dialogar con los maestros de la Coordinadora ni con los trabajadores de la Salud, ni con los chapanecos que le iban a presentar sus reclamos.
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