Reza la máxima china de Chuang Tzu: «Si quieres darle de comer a un hombre un día, dale un pescado. Si quieres darle de comer toda la vida, enséñale a pescar». Actualizando esa máxima a los tiempos de la Cuarta Transformación podríamos parafrasear: «Si quieres darle de comer a un hombre un día, inscríbelo en tus programas sociales. Si quieres darle de comer toda la vida, créale fuentes de trabajo». De acuerdo con el reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval, en la Ciudad de México había hasta 2020, 400 mil 400 personas en pobreza extrema.
Esto, comparado con 2018, donde sólo había 152 mil 100 personas en esta condición, significa un aumento de 163 por ciento. Vale mencionar que una persona «se encuentra en situación de pobreza extrema cuando tiene tres o más carencias, de seis posibles, dentro del Índice de Privación Social y que, además, se encuentra por debajo de la línea de bienestar mínimo».
La Ciudad de México, más que cualquier otra entidad de la República, goza de todos los apoyos sociales que el gobierno federal entrega a los ciudadanos. Entonces, con tanto apoyo que tiene, ¿qué es lo que está ocurriendo? ¿Llegan esos apoyos a las personas? ¿La solución a su pobreza es seguir dándoles de comer un día y otro, y otro? ¿No sería mejor enseñarlos a pescar, es decir, conseguirles fuentes de trabajo?
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