El Gobierno Federal, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y la Secretaría de Educación Pública (SEP) cierran filas con la determinación presidencial de regresar a las escuelas para que los alumnos reciban clases presenciales. En un contexto donde el incremento contagios por la tercera ola de covid-19 se hace evidente, el representante del SNTE dice que, como ya consultó a los maestros, éstos están dispuestos a regresar a las aulas.
Sin embargo, en los hechos no es así, aún no se sabe qué va a pasar con los maestros que se encuentran dentro del círculo de morbilidad por enfermedades coronarias, por diabetes o hipertensión. Además, aún no se sabe cuándo se vacunará a los menores de edad, sobre todo que la variante delta del covid-19 enfoca sus baterías contra los más jóvenes.
Lo cierto es que las autoridades federales y locales no la tiene nada fácil, ni con los maestros ni con los padres de familia; estos últimos serán los que finalmente serán el fiel de la balanza; además, no debemos subestimar la capacidad que tienen los maestros para manifestar su inconformidad, sobre todo contra un sindicato timorato que, al parecer, está más al servicio del presidente que de los propios maestros.
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