86 millones de mexicanos dan la espalda al Peje

Espalda
A partir de las 18 horas se cerraron las casillas instaladas para la recepción de votos de la Consulta Popular, ante la poca afluencia de personas, los funcionarios de casilla comenzaron a rayar las las boletas que quedaron sin ocupar FOTO: AGENCIA FOTOVER
- en Opinión

Edgar Hernández* / 

¡En Veracruz ni los cacalovers salieron a votar!

Cualquier gobierno por bananero que fuere -luego de observar los números de la consulta ciudadana de este domingo a la que llamó López Obrador, quesque para enjuiciar a los expresidentes- ya hubiera renunciado por dignidad o por vergüenza.

Ese desprecio ciudadano que tanto goce interno ha causado a la población, a la clase media, a los conservadores, a los becarios, a los papas de los niños con cáncer, a los que no tienen Seguro Popular, a las madres que se quedaron sin guarderías, a los periodistas que tanto le caen al Peje en la punta del estómago, resultó incontenible al fin de la jornada convocada por un gobierno hoy impopular.

Ese darle la espalda. Ese burlarse de él y sus pandilleros por el circo de payasos y animales amaestrados que montó quien todavía hace tres años contaba con el respaldo de 30 millones de mexicanos fue demoledor.

Por mas explicaciones que está dando desde su púlpito con ese gesto de coraje reprimido; por más culpas que endilgue al INE, organizador de la elección y por más regaños a sus equiperos, imposible negar que el proceso electoral de ayer fue un referéndum de reprobación.

La consulta de ayer estuvo desolada.

Sería solo el 7.4 de la ciudadanía la que saldría a manifestare, es decir, de los 93 millones de electores poco más de siete millones solo, por obligación o por convencimiento, salieron a votar en favor de llevar no propiamente a juicio a los expresidentes, sino conformar una Comisión de la Verdad para juzgarlos.

Todo un nudo gordiano.

Todo un fracaso la jornada cívica a la que los morenos y cacalovers terminaron echando la culpa al INE, instituto que será el chivo expiatorio de su fracaso y pretexto para desaparecerlo.

Ello a pesar de que de último minuto los llamados siervos de la nación en su calidad de representantes de casillas se dedicaron de manera por demás pedestre a rellenar las urnas e imponer en el escrutinio presunta votación que rebasó los siete millones.

En resumen, el pueblo simple y sencillamente mando a López Obrador a la chingada como justo pago a todas las arbitrariedades y abusos de poder que ha vomitado sobre el pueblo desde que se instaló en palacio, ese Palacio Nacional habitado por Benito Juárez hoy deshonrado por Andrés Manuel y su distinguida Beatriz.

El de este domingo simplemente fue un teatro que se le vino abajo.

Fue una carpa que cedió. Con ella la chairiza, la 4T, sus bandidos cómplices y los sueños de opio de llevarnos al comunismo.

En lo nacional se vio reflejado drásticamente, pero en Veracruz fue desolador.

Nunca apareció la tercera reserva electoral y sí el desprecio ciudadano que con sorna dedicó su jornada en redes sociales a mofarse de la nula participación que se vio coronada con el relleno de urnas de parte de los funcionarios de casillas, quienes al ser descubiertos solo atrevieron a decir “¡Prohibido grabar!”.

Al final de la histórica jornada cívica, tal como se esperaba, el único culpable fue el Instituto Nacional Electoral por presuntamente no promover la participación del voto y boicotear el proceso, un proceso en donde el 6 de junio los morenos se quedaron callados ante la complicidad del INE y a nivel estatal del OPLE, en el cual -entonces sí- el reconocimiento al árbitro fue total ante “¡El triunfo de la democracia!”.

Hoy en México hay fiesta.

El siguiente paso ciudadano habrá de ser en favor de la Revocación del Mandato, tanto del Peje como de su sirviente fiel, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez.

Por lo pronto, los mariachis callaron.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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