Ya decíamos que nada bueno dejan las visitas del presidente de México a Veracruz. A lo único que viene es a decir que las cosas van bien, que el gobernador es honesto y que (tres años después) las cosas van a mejorar. Por supuesto, la realidad en Veracruz contradice las palabras de un presidente que seguro sí cree que uno de los grandes logros de la Cuarta Transformación es que los baños en las gasolineras te dejen “miar” de gratis. Pero no sólo eso, en la semana en que atentan contra la vida de un funcionario de esa 4T, asegura que los delitos en Veracruz están disminuyendo.
Y para variar, sigue hablando de los gobiernos del pasado: «Como mantener tanto tiempo a una autoridad así, en el caso de Veracruz tenía también un fiscal con esas características, a partir que se tomó la decisión de cambiar al fiscal, las cosas cambiaron, se puede probar, de cómo a partir de que se tomó esa decisión empiezan a disminuir delitos de homicidio y secuestro».
El presidente se está convirtiendo en su propio bufón aburrido. Ya dejaron de ser graciosas sus frases: «Yo tengo otros datos»; «Nosotros no somos iguales, nosotros somos honestos»; «Los regímenes anteriores robaban más». Que venga el presidente a Veracruz las veces que quiera, eso no cambia nada, nada la realidad de los veracruzanos.
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