Homenaje a Mercedes Lozano en la Feria del Libro, una mujer que ama todo lo que hace; sin ella el Quijote seguiría siendo un desconocido para mí

Mercedes Lozano

Yo recuerdo muy bien el único día que falté a clases a la Facultad de Letras de la UV. Ese día estaba con una de esas laringitis que me persiguió durante muchos años en épocas de invierno. Por más que hice por arreglarme para salir a la facultad, no pude, y al ver mi estado, en casa ya no me dejaron salir. Yo quería ir la facultad pues me tocaba clase de Quijote con la maestra Mercedes Lozano; estaba seguro de que, si podía llegar al aula y sentarme en el pupitre, me olvidaría de la enfermedad, de las molestias y sólo pensaría en el ingenioso hidalgo; cuál si la clase fuese mi salutífero Bálsamo de Fierabrás. Antes de Mercedes Lozano el Quijote era para mí un libro inalcanzable, pesado, enorme. En la biblioteca ni siquiera me atrevía a abrirlo, sólo una vez en la prepa Juárez abrí un volumen enorme, en francés, y eso porque me puse a ver los grabados de Doré.  

En algunas reseñas que me encontraba sobre la novela de Cervantes leía que el Quijote era considerado un libro cargado de comicidad, pero yo no lo creía. Muchos años desdeñé al Quijote hasta que en la Facultad de Letras la maestra Mercedes Lozano sirvió de chaperona entre la novela y un servidor. Ella, con su sonrisa eterna, me acompañó con el Quijote por los caminos de la Mancha, ella me enseñó de la empatía en el Quijote, del valor de la libertad.  

Ella aderezó con sus comentarios cada párrafo de esa gran novela, nos daba el contexto histórico al tiempo que enriquecía la novela con sus comentarios personales, porque a leguas se veía que Mercedes Lozano estaba enamorada del Caballero de la Triste Figura, y ese amor nos lo contagió a muchos que hasta la fecha vivimos encantados con el desmirriado personaje que confunde unos molinos de viento con gigantes, que confunde una bacía de barbero con el Yelmo de Mambrino, que confunde a las cortesanas de una venta con princesas; un caballero que vive la ilusión de amar a la más bella de todas las doncellas, su sin par Dulcinea del Toboso, de la que Sancho dice, tiene la mejor mano en toda la Mancha para salar puercos.  

Por supuesto, son muchos los méritos de la maestra Mercedes Lozano para recibir el homenaje que le brindan en la Feria del Libro; deben ser miles los alumnos que como yo tuvieron su primer encuentro con el Quijote, o con otros personajes de la literatura, gracias a Mercedes Lozano. La maestra Mercedes Lozano es un ejemplo claro de lo que debe ser la enseñanza de la literatura y del fomento a la lectura. No se puede enseñar algo si no se ama la materia que se está enseñando, y ella, por supuesto ama todo lo que hace. 

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