No es fácil definir la mentira, los simplistas sencillamente dirán que la mentira es lo contrario a la verdad. Pero entonces caeríamos en un dilema más grande: ¿Qué es la verdad? En todo caso mejor tratar de definir la mentira que sucumbir a la frustración de definir la verdad. Ahora bien, ¿y si en lugar de señalar lo que para nosotros es mentira, por qué no empezamos por decir lo que para nosotros no es la mentira. Hay dos aspectos de la “no mentira” que podríamos explorar: La crítica y el punto de vista. La crítica no puede ser mentira, si la crítica se basa en criterios y esos criterios se basan en verdades propias, adquiridas a partir de nuestro conocimiento y experiencia.
Cierto, puede haber una crítica vacía, llena de subjetividades que se parece mucho a la mentira. Porque el tipo me cae mal pues por eso me parece que su auto es feo, que su esposa es fea, que sus hijos son feos y que su casa es fea. Porque el tipo ni me pela entonces todo lo hace mal. Pero la crítica sustentada en hechos no puede ser mentira, por mucho que contradiga lo que a nosotros nos parece verdad. Finalmente, la crítica nos ayuda a corregir errores, si es que somos abiertos a la crítica y detectamos, gracias a ésta, esos errores.
Este es el problema del presidente López Obrador es que confunde crítica con mentiras. Si la crítica no le parece, entonces la califica de mentira. Por otro lado, tener un amplio criterio nos obliga a reconocer que la verdad puede ser escrutada desde varios puntos de vista; por eso la verdad no puede ser absoluta. Sin embargo, el presidente busca tener el monopolio de la verdad, y eso no se lo permite ni el papa.
Comentarios