Es una realidad indiscutible que la falta de inversión y el pobre crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ha provocado una desigualdad social en México, en pocas palabras, en suelo azteca el pobre es cada vez más pobre y el rico es cada vez, más rico. Y es que, para el presidente Andrés Manuel López Obrador, queda claro que la columna vertebral y eje rector de la Cuarta Transformación es el combate a la pobreza. Sin embargo, el uso de programas sociales sólo ha sido un paliativo, ya que no se ha atacado el problema de raíz.
La falta de generación de empleos y la entrega de becas y pensiones Bienestar de manera universal, sin distingo alguno, ha generado una especie de embudo, donde gran parte del dinero destinado a los pobres se quede en manos de gente que no lo necesita en realidad. Por otro lado, la elevada concentración de la riqueza en un grupúsculo privilegiado ha ocasionado que la economía mexicana dependa mucho de la inversión de una cofradía que siempre buscará sacar ventaja.
Prueba de ello es que durante la pandemia sus ingresos no bajaron, mientras que el 43 por ciento de la población sí vio afectados sus ingresos y consideran que tardarán entre uno o dos años en poder recuperarse. De manera que, a pesar de los esfuerzos de AMLO, México sigue siendo un país de pobres.
Comentarios