Al parecer la estulticia se contagia por osmosis. Los que están cerca del gobernador, o los que escuchan sus conferencias de prensa corren el riesgo de pensar como él. Unos morenistas dicen que descubrieron lo que estaba a la vista de todos. Ven despensas y de inmediato aducen que son para comprar votos. El alcalde de Perote aclara que las despensas son de un programa que se ha venido realizando desde 2018; muestra documentos y acuerdos de cabildo.
Pero eso, para una mente estulta como la del gobernador de Veracruz, no es suficiente, lo confunde, su entendimiento hace corto circuito y por ello se contradice. Como autoridad pide que se aclare el asunto, pero como militante de Morena sentencia que las despensas son para coaccionar el voto: «Que aclaren y que se proceda. Es lamentable que se siga insistiendo este proceder de coaccionar el voto a través de jugar con el hambre de la gente; no es posible que se juegue así».
El gobernador no acepta aclaraciones, no espera investigaciones, e impulsivo como es («La Loca, fue la Loca que Winckler liberó el responsable de la masacre»), sentencia sin que le importe equivocarse. Pero en realidad, a estas alturas, una sentencia del gobernador, errada o acertada, ¿a quién le importa?
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