Alberto Calderón P. / El periodismo en general se encarga de informar a mucha gente lo que hace y le pasa a una minoría, por lo general la que destaca en un ámbito deportivo, científico, social o cultural, pero también se encarga de la política, la violencia, la economía y otros rubros del poder.
Esa información es la que se divulga como un modelo a la sociedad, pero los columnistas, la política editorial del medio y de lo que hablaremos hoy, la crónica, se rebelan en contra del estado de las cosas cuando estas se manifiestan a todas luces alteradas por la política en turno, la crónica es un género natural donde se puede hacer a la escritura los ojos del lector, va tomando los elementos de una cronología, dando un enfoque fresco a la noticia, diciendo que el mundo es lo que su vista y agudeza registran, en variadas ocasiones esas son las señales para percibir que el mundo es o puede ser otro, es el sitio donde una noticia se convierte en una historia donde caben los conflictos del ser humano y lo particular se convierte en universal.
Vemos una larga tradición en la crónica latinoamericana que por sus características se ha ganado su autonomía y debe luchar constantemente al ataque de las críticas de grupos de poder, pero también quienes las escriben enarbolan las causas de minorías, de verdades ocultas, de narraciones que se encuentran entre la noticia y una historia de narrativa literaria. La objetividad es su característica principal, esa neutralidad gusta al lector.
La crónica a diferencia de periodismo subjetivo, impersonal y frío, intenta muchas veces logrando mejores resultados transitando la noticia gracias a su inmersión, dando esa voz a quien lo narra llevando muchas veces sus crónicas al terreno literario y del arte mismo, lo vemos en el caso de Carlos Monsiváis, Tomás Eloy Martínez que dejaron una huella imborrable, tradición que han seguido hombres de la talla de Martín Caparros, Juan Villoro, Leila Guerrero y otros importantes de la crónica actual, descubrieron que se puede hacer una crónica interesante y entretenida, son los artesanos de la palabra y sus textos tienen un ritmo con el que viaja al lector, como el ritmo del corazón o la intensidad de una carrera atlética.
La crónica cultural es tan diversa como temas existen, se puede hablar desde la artesanía, las nubes y los aviones pero también el dolor, la alegría, el frío, permite todo tipo de temas con un tratamiento que como en un laberinto del tiempo se puede narrar a través de una espiral que se interna a lo profundo o emana de él. Este género deja atrás la monotonía para instalarse como uno de los más sólidos en la actualidad, el interés por el periódico impreso ha ido en declive ya que a medida que la velocidad de la noticia llega al público de inmediato, decae el interés por la información, hoy en día se compra el periódico para entender el tema, para confrontarlo con la realidad, para el análisis objetivo, para conocer una noticia de forma más integral.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).
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