Dividir y destruir

Dividir
Andrés Manuel López Obrador y Arturo Zaldívar FOTO: WEB
- en Opinión

Luis Ramírez Baqueiro / 

“Se puede engañar a todo el mundo, ¡pero no a la verdad!” – Gorski M.

Es evidente que el plan del Gobierno Deformador de la 4T es dividir y destruir.

La inconstitucional aprobación del Senado de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial, con lo que se le abre el camino al Ministro Arturo Zaldívar, Presidente de la Suprema Corte de Justicia para ampliar por dos años más su periodo original de cuatro años para el que fue electo, es la confirmación de esa política de estado.

Desde el Congreso, desde la SCJN, desde el Ejecutivo la intención es simple y llanamente dividir y destruir.

Los ataques sistemáticos al Instituto Nacional Electoral (INE), ocurridos recientemente por validar la determinación de sancionar quitándole las candidaturas a dos de los aspirantes morenistas a los Gobiernos Estatales de Guerrero y Michoacán son otra muestra más de ese dividir y destruir.

Los ensayos funestos de gobernadores como Jaime Bonilla Váldez o Cuitláhuac García –ambos morenistas- uno para expropiar propiedades privadas basados en justificantes absurdas, o modificando Códigos Penales para convertir cualquier acto contra la autoridad –inclusive mirar- en una acción de represión, forma parte de esa política de estado de dividir y destruir.

Las pruebas que comienzan a mostrar el rostro descubierto de un régimen autoritario y totalitario quedan a la luz, ante la nula capacidad del estado para resolver los verdaderos temas nacionales, como la salud, la seguridad, la economía, el empleo, el desarrollo social, etc.

Cuando todo es caos y división, cuando nadie le responde al ciudadano mexicano en garantizar los más elementales preceptos constitucionales, surge la necesidad de cuestionarnos, si será momento de verdaderamente darle un cambio de timón a la apuesta que llegó con el mayor de los bonos democráticos de la historia reciente en México y quizá en América Latina.

El próximo 6 de junio será la fecha propicia para demostrar que esa imagen creada y ficticia de aceptación nacional, es en realidad una vil y verdadera mentira, como todas las que a lo largo de su vida política se ha dedicado a proferir el inquilino del Palacio Nacional.

Al tiempo.

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