La estulticia de Cuitláhuac García es como el Hades, no tiene llenadera. Todos recordamos cuando en unas cuantas horas quiso resolver el caso de la masacre del bar Caballo Blanco en Coatzacoalcos. “La loca”, gritaba desaforado, “fue la loca y Winckler lo dejó escapar”. Al final, ni fue la loca ni Winckler lo dejó escapar. Pero apenas estaba haciendo sus pininos el Sherlock Holmes veracruzano. Ahora, después del asesinato de Melquiades Vázquez Lucas, quien buscaba ser candidato a la alcaldía del municipio la Perla, el gobernador, de un solo vistazo, solucionó el crimen:
“Nos llama la atención de cómo se manejaba la víctima, ahí alguien habla de que lo apoyó y no le cumplió”. Así de sencillo. Para qué carajos queremos un ministerio público, para qué una Fiscalía espuria si el gobernador “a ojo de buen cubero” todo lo resuelve. Todavía agregó: “Las bandas delictivas que se tratan de insertar en las estructuras municipales generalmente financian campañas, ofrecen financiar a un candidato la campaña a cambio de que les dé al director de la Policía, a la Dirección de Obras, la Tesorería, andan postulando candidatos”.
Nuevamente, como en el caso de Gladys Merlín y su hija, el gobernador no se da cuenta de cómo revictimiza a aquellos que ya no se pueden defender.
Comentarios