El Acuerdo Nacional por la Democracia propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador es un acto de fe; es como los llamados a misa, acude el que quiere. Dicen los gobernadores adscritos a este pacto que no van a permitir que se use dinero público con fines electorales, y que denunciarán a aquellos candidatos que reciban dinero del crimen organizado para financiar campañas. Tampoco solaparán a tramposos y mapaches electorales, ni tolerarán prácticas sucias electorales de antaño. Dicen estos adscritos que van a actuar «como hasta ahora lo hemos hecho».
Mal augurio. Al menos en el estado de Veracruz, cientos de promotores del voto andan por las calles de las grandes ciudades promoviendo el voto a favor de Morena. Es curioso, pero también se les ha visto muy cerca de los que llevan chaleco del INE, entrando en las casas con la promoción del voto. ¿Quién paga a esos promotores? ¿Serán los miles de aviadores que la Auditoría Superior de la Federación detectó en la Secretaría de Salud y en la Secretaría de Educación?
Firman un acuerdo los gobernadores de la Cuarta Transformación, pero son los primero en romper ese acuerdo. Los malos gobiernos que hicieron los gobernadores de Puebla, Morelos y Veracruz, los obliga a portarse como verdaderos “mapaches” institucionales. De nada sirve un acuerdo si quienes lo firman han demostrado su deshonestidad.
El saqueo con eventos que no se llevaron a cabo