Bernardo Gutiérrez Parra / Quienes le dijeron al alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez, que la construcción de la Ciclopista en la avenida Ruiz Cortines costaría 15 millones de pesos, lo timaron. Pero él a su vez timó a los xalapeños al disponer de su dinero para hacer algo muy parecido a una porquería que el siguiente alcalde, sea del partido que sea, mandará quitar por inoperante y absurda.
Un maistro de obras y dos docenas de chalanes hubieran hecho un trabajo más profesional y menos costoso. A ese precio la ciclopista se está convirtiendo en un fraude descarado y un robo al erario municipal que no debería permitirse.
Y para colmo ni terminada está, cuando se supone ya debería estar en funciones.
El cuento comenzó a contarse el 10 de junio anterior cuando el regidor de Tránsito y Vialidad, Rafael Pérez Sánchez, dijo que aunque aún no había fecha para el inicio de la obra, el recurso estaba listo y la ciclopista quedaría terminada antes de que se acabara el 2020.
Ahí empezó el rosario de mentiras
En agosto, aún sin nada en concreto, el jefe del Departamento de Movilidad, Alfonso López Pineda salió a decir lo mismo; que la obra quedaría concluida antes de que terminara el año. “Va muy bien todo, el proyecto ya existe, está en la parte administrativa de llevar a cabo la licitación y seguramente en un espacio no mayor a un mes, se dará a conocer el fallo del mismo para que se arranquen los trabajos correspondientes”.
Pero se fueron agosto y septiembre y nada.
Por fin, el jueves 22 de octubre dieron inicio los trabajos en plena temporada de aguaceros.
Sulekey Citlalli Hernández, directora de Obras Públicas, informó que la ciclopista se haría con recursos del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y de las Demarcaciones Territoriales del Distrito Federal. Es decir, con tu dinero, lector.
¿Y qué pasó?
Que la ciclopista no se terminó el año anterior y nadie explicó el retraso. Pero el 10 de enero el Ayuntamiento echó a volar un comunicado donde regaña a los xalapeños porque “continúan estacionando sus vehículos en la zona (de la ciclopista), dañando los avances del proyecto”.
Digo, tan sencillo como enviar unas grúas para levantar los autos de los desobedientes y listo. Pero no, había que culpar a alguien del atraso.
En ese mismo comunicado el Ayuntamiento aseguró que la obra quedaría finalizada en febrero. Pero le fallaron los cálculos y por mucho.
El 10 de este mes Alfonso López Pineda anunció que en ocho días se inauguraría el primero de los tres tramos de la ciclopista; el que va de la Secretaría de Finanzas a la calle Lucio Blanco. Y antes de que le preguntaran por qué nada más un tramo cuando se habían comprometido a entregar todo, dijo que “esperaba” que los dos tramos restantes estuvieran listos en la primera semana de marzo.
Estamos a dos días de que se termine febrero y nadie sabe bien a bien si ya se inauguró el primer tamo. Lo que sí es un hecho es que los trabajos continúan a trompicones y no se ve por dónde vayan a concluir en los primeros siete días de marzo.
Recorrer la ciclopista es contemplar un gran fraude. La mayoría de los 10 kilómetros (de la glorieta de Los Sauces a la terminación de Ruiz Cortines y viceversa) están marcados por viguetas colocadas sobre el asfalto original. Y hay tramos donde ni a viguetas llegan.
Un gran fraude que además es peligroso porque hay vehículos pesados que se saltan las viguetas con el latente riesgo para los ciclistas. Y hay otros que en efecto, se estacionan sobre la ciclopista.
Un gran fraude porque a leguas se nota que antes de la ejecución de la obra no hubo orden, planeación, ni trabajo de campo, sino improvisación y mala leche. Y es que el gobierno municipal le robó unos metros de pavimento a la avenida Ruiz Cortines, colocó las viguetas y listo. Ahí está la ciclopista.
Pasivo hasta el pecado como ha sido durante más de tres años, a Hipólito Rodríguez le entraron de repente unas ganas bárbaras de hacer algo por el municipio que mal gobierna. Da la impresión de querer dejar su huella sobre un letrero imaginario que diga “Aquí estuvo Hipólito”.
De ahí la construcción de la inoperante ciclopista que ni con mucho vale 15 millones de pesos y que insisto, echará para abajo el siguiente munícipe o terminará en el abandono.
Aunque viéndolo bien quizá no resulte tan inoperante. Puede ser uno de los motivos por los que lo llamen a cuentas cuando deje la presidencia municipal y tenga que andar con varios amparos bajo el brazo. [email protected]
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