¡Qué gran orgullo para México! Unirse al reducido número de países que pueden presumir el nombre de su vacuna, cumbre de una investigación que implicó el trabajo de cientos de investigadores y científicos que se dedicaron a buscar una vacuna emergente en contra del coronavirus. El presidente López Obrador ya anunció que la vacuna mexicana se llamara “Patria”y los aplausos sonaron con fuerza, los vítores en las redes sociales no cesan. Pero, por cierto, ¿y dónde está esa vacuna?
No hay tal vacuna, y no hay tal vacuna porque no hay una investigación, no hay un proyecto de investigación, vaya, con eso de los recortes al Conacyt, parece que tampoco hay investigadores. Mientras en otros países desarrollados el porcentaje del PIB para la ciencia está arriba del 2 por ciento, en México es de .31 por ciento, es decir, ni medio punto porcentual.
En México no es el estado quien investiga al coronavirus, son las instituciones particulares y autónomas, Tecnológico de Monterrey, de la Universidad Autónoma de Querétaro, del Cinvestav y de los institutos de Biotecnología y de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, quienes están investigando, pero de momento no hay nada sobre una vacuna mexicana. Bueno, pero el nombre ya lo tenemos.
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