La pandemia originada por la llegada intempestiva del covid-19, cerró todas las escuelas del país, aisló a los jóvenes unos de otros. Si bien es cierto que se han elaborado programas de acceso a distancia mediante diversas plataformas, es evidente que la experiencia de la enseñanza en línea no sustituye la cercanía de un profesor a su grupo de alumnos. El maestro es el elemento clave para lograr una interacción que permita identificar las necesidades pedagógicas del aprendiz. Y es que, con la enseñanza a distancia, se pierde la interacción personal con el alumno por las propias características de las plataformas en línea.
Es una realidad que la gran mayoría de los maestros mexicanos recibieron una preparación para dar clases presenciales, incluyendo a los maestros de telesecundaria y telebachillerato, niveles que han sido punta de lanza en América Latina. No obstante, la infraestructura con la que cuenta el país no llena las necesidades de la población.
Esta situación ha ocasionado que se amplié la brecha entre los alumnos que cuentan con los medios digitales y electrónicos, con aquellos que no cuentan con ellos. Esta es una verdadera injusticia que tiene que remediarse a favor de los que menos tienen. Ojalá y el Gobierno Federal esté consciente de ello.
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