Susana, una mujer de 36 años, de nacionalidad guatemalteca, se dedicaba a su trabajo y a su familia. A la mujer se le conocía por ser seria y amable. Los vecinos decían que ella no se metía con nadie y con todos entablaba una buena relación de amistad. Un día, cuando regresaba de su trabajo, Susana encontró a su esposo abusando de su hija de 5 años. La mujer relató que al descubrir lo que estaba pasando se quedó paralizada sin saber qué hacer. Lo que detonó su ira fue que cuando el esposo se percató que lo habían descubierto. El sujeto la invitó a sumarse, dando a entender que se uniera al abuso.
Susana relata: “Cuando llegué a mi casa escuché gritos de dolor y desesperación; me acerqué sin hacer ruido pues él no me esperaba (…) Yo salí temprano del trabajo; cuando me asomé por la ventana pude ver que tenía a mi hija desnuda, tirada en la cama, tapándole la boca y violando a mi pequeña, a su propia hija”. Susana sintió que un calor se le subía desde los pies hasta la cabeza. Tomó el machete y sin pensarlo entró a machetearlo.
“Primero le di en la cabeza, y tras el golpe quedó noqueado, al verlo tirado no pude dejar de seguir dándole con el machete”, relató Susana. La mujer le pegó con el machete más de cien veces. El sujeto tenía vastas cortadas en los testículos, en las piernas, en los brazos, en el rostro. No paró hasta saciar su ira, hasta quitarle la vida por haber abusado de la pequeña de cinco años.
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