«Las Patronas» preparan el lonche que podría ser la primera o la última comida para los migrantes en su busca del «sueño americano»

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"Las Patronas" preparan el lonche que podría ser la primera o la última comida para los migrantes en su busca del "sueño americano" FOTO: WEB
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Francisco De Luna / Amatlán de los Reyes, Ver.-«Las Patronas» preparan el lonche, que podría ser la primera comida que en varios días los migrantes no han probado, o quizá el último en ese incierto trayecto que se torna peligroso cuando se busca el «sueño americano». 

En la localidad de La Patrona, municipio de Amatlán de los Reyes, las 12 personas voluntarias están listas porque en cualquier instante pasa el tren y sobre los vagones, decenas y a veces cientos de indocumentados. 

Norma Romero, es la coordinadora de este grupo que durante 25 años han hecho una labor titánica por la ayuda humanitaria. 

Ella cuenta que la pandemia por coronavirus ha afectado, sobre todo en el tema de la migración, porque muchos albergues cerraron y sólo dan comida. 

Este 18 de diciembre es el «Día Internacional del Migrante«, y cuenta que la mejor manera de honrarlos es continuar con la labor social, por muchos años más, porque saben que este fenómeno migratorio seguirá y Veracruz, es un paso forzoso para llegar al norte del país. 

Son tan conocidas que las mismas familias de Amatlán les avisan cuando hay algún migrante herido o tirado en las vías del tren. 

«Después de 25 años, ya sabemos quién es migrante y quién no lo es«, refiere mientras transcurre la entrevista en las vías del tren a pocos metros del albergue «La esperanza del migrante«. 

Al llegar al refugio, una pared en color rosado, se lee la palabra «Las Patronas« y en el otro extremo «Los sueños también viajan». 

Adentro, un patio, gallinas, gallos, un fogón, la capilla, los cuartos con camas, también árboles frutales así como dos perros -duque y cocuyo- ambos cariñosos y que con emoción reciben a Juan Carlos Lemus, un hondureño de 30 años de edad. 

Él lleva casi tres años en México. En febrero de 2018, abandonó Lempira, Honduras para emprender el viaje en la ruta del migrante y tratar de recorrer en promedio 2 mil 800 kilómetros a Estados Unidos. 

En aquel invierno, viajó en transporte público pero al llegar a la frontera sur de México, subió y montó a «La Bestia«, el tren que en muchos casos se «ha devorado» los sueños de los migrantes, pero que podría ser el transporte más barato y rápido para cruzar el territorio mexicano. 

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