¿Qué es peor, un pinche presidente o un presidente pinche? Escandaliza que Brozo llame pinche a López Obrador

Pinche
Víctor Trujillo, Brozo, el payaso tenebroso FOTO: LATINUS
- en Carrusel, Opinión

Armando Ortiz / Señala Octavio Paz que las palabras tienen un poder mágico que se intensifican por su carácter prohibido: “Nadie la dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante, justifican su expresión franca. Al gritarla, rompemos un velo de pudor, de silencio o de hipocresía. Nos manifestamos tales como somos de verdad”. Pero en esta sociedad hipócrita las personas confunden los calificativos francos con malas palabras, por ello optan por el eufemismo. Un pendejo es un pendejo y no sólo una persona torpe, descuidada. En Veracruz tenemos el mayor ejemplo de eso. Víctor Trujillo en su papel de Brozo, quien ha sido muy celebrado por su lenguaje soez dirigido a los políticos corruptos, está siendo linchado por haber llamado “pinche presidente” a López Obrador. Los chairos en su hipocresía se lanzan con todo contra Brozo, esos mismos que justificaron a Fernández Noroña cuando dijo de una diputada del PAN que era “más bocona que la chingada”. Habría que decir a esos chairos que el calificativo pinche se gana, no se concede. Cuando uno va a un taller mecánico y le hacen un mal trabajo, concluye que ese taller es muy pinche; si te preparan una hamburguesa y no es como la que se muestra en el cártel que la anuncia, dices que la hamburguesa está muy pinche; si vas a ver una película y resultó ser muy aburrida, terminas no recomendándola por ser una película pinche. Así, un presidente que dijo que iba a erradicar el nepotismo, el influyentísimo, la corrupción, pero que termina dando contratos a la prima o solapando al hermano; un gobierno que dijo que los servicios de Salud iban a estar como los de Dinamarca, pero terminan cobrándote las medicinas y la atención es pésima; un gobierno que dijo que se iban a acabar los contratos directos, pero descubres que en un estado, Veracruz, el 99% de los contratos fueron directos, entonces, con el perdón de los chairos, pero no tenemos un pinche presidente, tenemos un presidente muy pinche.

A David Velasco lo apoyan Barack Obama y la madre Teresa de Calcuta; cómo los “amorosos” de Sabines, busca, pero sabe que no va a encontrar

Dice por ahí una nota falsa y descabellada a que el senador Ricardo Ahued apoyaría la candidatura de David Velasco a la alcaldía de Xalapa, ya sea que fuese postulado por algún partido, ya sea que fuese postulado por alguna alianza. Por supuesto, el senador Ricardo Ahued si quisiera apoyar las aspiraciones de alguien, lo manifestaría públicamente, de manera abierta, y no en esas cuentas de Facebook tan subrepticias. Ricardo Ahued ha manifestado en muchas ocasiones que su trabajo está en el Senado de la República, y que por el momento no está buscando ningún cargo público, y menos apoyando aspiraciones. David Velasco urge de un partido, ya no de una alianza, porque sabe que no se le va a dar, aunque lo haya sacado a pasear con su finísima correa el “Chapito” Guzmán. Claro que David Velasco podría dar votos a los partidos que lo postulen, votos para alcanzar alguna regiduría, o para que algunos partidos nuevos sumen votos para no perder el registro. Pero hasta ahí. Quizá una buena campaña lo podría acercar a una diputación local, pero hasta ahí. De momento, David Velasco anda como los “amorosos” de Jaime Sabines, busca, busca, pero sabe que no ha de encontrar.

Año de elecciones, época en que los políticos comen tacos en la calle; cuando sean diputados se regresarán al Churrasco

Prepárese, si es usted asiduo a las fondas, a las cocinas del mercado o a los puestos de tacos callejeros, no le extrañe que después de su primer orden se encuentre por ahí a un candidato que busca un puesto de elección popular. Y es que muchos de esos aspirantes, que vivían aislados en sus casas de Monte Magno, rodeados de sus amigos fifís, saldrán a buscar su voto y ahí lo alcanzarán, en las fondas y los puestos de tacos, creyendo que una orden de tacos de tripa los convierte mágicamente en pueblo. Así lo han hecho y así lo seguirán haciendo. Ya algunos se andan tomando las selfies, disfrutando un taco que no se parece en nada al corte fino que todos los días degustan en el Churrasco; pero hay que hacerle buena cara al bocadillo no vaya a pensar el pueblo que no comemos las mismas “porquerías” que ellos. Así que prepárese y no se espante si se los encuentra, tampoco tenga la esperanza de que le van a pagar su consumo; agradezca que no se vayan sin pagar, ya ve usted a Ramírez Zepeta, que lo fueron a alcanzar a su camioneta para que pagara los desayunos que consumió.

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