¿Qué se puede esperara de un alcalde atarantado, que lo único que está esperando es que se acabe su periodo para regresarse a su cubículo en el Ciesas-Golfo, lugar del que nunca debió salir? Con el alcalde Hipólito Rodríguez queda demostrado que los doctorados a veces sólo sirven para decorar las paredes. Fiel a su tradición de recular, lo que revela en él la incongruencia, falta de palabra y cobardía, Hipólito Rodríguez ya cambió de opinión. Primero dijo que los empresarios sólo buscan enriquecerse con sus ganancias, y que por lo mismo no están interesados en generar empleos.
Esto originó las protestas de muchos empresarios, sobre todo de aquellos que en el 2020 han estado cuidando los trabajos de sus empleados a pesar del coronavirus. Ante ello Hipólito Rodríguez tuvo que recular: “Lo que yo dije es algo que todos sabemos; una empresa es un negocio y en un negocio el criterio fundamental es que haya utilidades, un negocio que no tiene utilidades, pues no es un incentivo para ningún empresario, eso fue lo que dije”.
Pues no, eso no dijo. Todavía agregó: “Hemos hecho todo lo posible por hacer que las empresas prosperen, porque sabemos que, a través de la prosperidad de las empresas, crece el mercado de trabajo, mientras más empresas haya, más oportunidades laborales hay”. Pobre diablo, si hubiese sabido el ridículo que vendría a hacer como alcalde, no hubiera salido nunca de su hoyo.
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