La violenta muerte de la alcaldesa de Jamapa en Veracruz, es un clavo más para Morena en las próximas elecciones en el 2021. Si bien es cierto que en el estado la lucha por el poder político casi siempre va acompañada de amenazas y diretes, resulta indignante cuando se atenta contra lo más sagrado que es la vida de un ser humano. La indignación de la población veracruzana se hace evidente en las redes sociales y en diferentes medios de comunicación que se atreven a denunciar estos hechos, a pesar de hacerlo en un ambiente enrarecido y violento.
La postura oficial siempre será la misma, el discurso de que se llegará hasta las últimas consecuencias y que se aplicara la ley caiga quien caiga, es una letanía que los veracruzanos ya la saben de memoria, sobre todo desde que existe una fiscal espuria a modo, quien es la encargada de lavar y enjuagar los casos especiales del gobierno estatal. Lo cierto es que, por un lado se encuentran aquellos que buscan desestabilizar el estado y sacar raja política de estos hechos violentos, y por otro aquellos funcionarios que buscan mover sus piezas para su propia conveniencia política.
Es cierto que resulta temerario acusar a alguien sin pruebas en la mano, sin embargo, el gobernador actual debería considerar mover sus piezas para un mejor funcionamiento. No se trata de encapricharse y adoptar posturas cerradas y dogmáticas que sólo evidencian el fracaso gubernamental de una generación de políticos que no han podido gobernar ni garantizar la seguridad de los veracruzanos.
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