¿Quién será la buena o el bueno para Xalapa?

Xalapa
Palacio Municipal de Xalapa FOTO: AYUNTAMIENTO DE XALAPA
- en Opinión

Luis Ramírez Baqueiro / 

“El que no piensa en sus deberes sino cuando se lo recuerdan, no es digno de estimación.” – Plauto.

Xalapa está herida de muerte, su última autoridad municipal, aún en funciones la mantiene como la peor capital de las 32 existentes en el país.

Su configuración muestra los mayores signos de retraso, abandono, mala atención, inseguridad.

Aun cuando a su autoridad le entreguen premios nacionales por supuestamente mantener transparentado todo el quehacer público, la realidad es que sus calles y avenidas muestran los signos de abandono.

Así de bote pronto son muchos los pendientes, entre ellos, los cientos de áreas y zonas enmontadas que, como perlas de un tristísimo collar, ponen a la capital del Estado de Veracruz, en un punto de inflexión social.

Su alcalde Hipólito Rodríguez Herrero personifica el ejemplo claro de cómo las oportunidades se pueden desperdiciar por el simple hecho de pensar que saben más que los demás.

Muchos de sus actuales funcionarios son muestra fiel de esos millones de revoltosos que abanderan causas en algún momento, pero que, llegada la hora, simplemente siguen demostrando su escasísima sapiencia de la cosa pública, por más doctorados o especialidades que afirma tener.

El constante subejercicio reportado desde el primer año de administración municipal, mismo que tiene por objetivo quedar bien con el tlatoani tropicalizado, ese que tiene por política a dejar en la pobreza al grueso social, pues así, no habrá reclamos, no habrá revueltas, pues mientras todos estén jodidos no se notará la desigualdad.

Pero para sus desgracias, la sociedad no deja de observar sus comportamientos, caracterizados por muchos actos de corrupción.

Así da lo mismo retacar las dependencias de parientes de una u otro diputado local, funcionario, inclusive del mismísimo Gobernador, quien en la abultada nómina gubernamental tiene escondidos a sus parientes consanguíneos.

Pero qué importa eso, cuando aquella mentada frase del hoy presidente López Obrador se repitió hasta la coronilla, solo que, para ellos, aquel rasero de no mentir… no robar y no traicionar al pueblo de México… sirve para pasárselo por el Arco del Triunfo, mientras estemos bien con Dios y con el Diablo, el pueblo que se chingue.

Ahora la pregunta del millón es saber ¿por quién votará la ciudadanía desencantada y desilusionada de la autoridad municipal?, ¿Quién será la o el personaje que pueda encauzar el desánimo social?, ¿Será un ciudadano o los partidos políticos de donde habrá de emanar?

Lo cierto es que el modelo de candidatura ciudadana previsto en la legislación electoral, deja en desventaja aquellos que pretenden concursar, frente a una decena o más de institutos políticos.

En los hechos la ciudadanía quiere rostros nuevos, gente conocida que no haga de la política un medio para enriquecerse, sino el trampolín para transformar la capital.

Menudo brete, si consideramos que improvisar nos ha costado carísimo, al menos un cuatrienio tirado a la basura en materia municipal y dos años en materia estatal.

El asunto a considerar no es menor, pues debe ser la autoridad municipal, la que mayor calidad moral debe tener, pues es el primer punto de contacto entre la población y el gobierno constituido.

Gobernar pudiera parecer sencillo, pero no lo es, requiere de conocimiento y capacidad, de preparación y formación, no es cosa que cualquiera pueda o sepa realizar.

Importante será ver la actitud que asumen las y los xalapeños para encarar el próximo proceso electoral, pues queda claro que nos la estamos jugando todos, no podemos, ni debemos permitir, volver a equivocarnos tan desastrosamente, pues el futuro de las próximas generaciones está en juego.

Al tiempo.

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