El gran fracaso de las clases en línea durante la pandemia

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Clases en línea FOTO: WEB
- en Opinión

Francisco Vargas / Desgraciadamente no serán ni seis meses, ni un año, si no quizás más, lo que se perderán de clases presenciales los alumnos de todos los niveles a nivel nacional. Desde nivel preescolar, universitario, maestrías y doctorados tienen que tomar en este momento clases a distancia, es decir, de manera virtual, mejor conocidas como “clases en línea”. Las cuales todos podemos coincidir en que no tienen absolutamente nada de parecido a las clases presenciales y que se topan con una infinidad de problemas, por lo menos en nuestro país. De entrada podemos constatar, según la encuesta nacional sobre disponibilidad y uso de tecnologías de la información en los hogares (ENDUTIH) del INEGI, que más de 19.8 millones de familias en nuestro país no cuentan con una computadora en casa, y por consecuencia tampoco con internet, lo cual es sin duda, el principal factor que afecta al alumno, además si tomamos en cuenta los cientos de municipios de zonas rurales en el resto del país que ni siquiera tienen señal de wifi, se trataría de un mayor estancamiento escolar, a pesar de tomar las clases a través de televisión, que de igual manera al ser implementadas de forma improvisada por la Secretaría de Educación Pública, tienen un severo atraso académico.

Estamos de acuerdo en que ni los alumnos ni los docentes estaban preparados para un cambio tan radical en la forma de dar y recibir las clases, lo cual conllevo a una serie de consecuencias muchas veces graves, las cuales llegaron a exhibir tanto a maestros como alumnos. Casos de discriminación, violencia de género, misoginia, racismo e infinidad de vulgaridades y faltas de respeto se terminaron por destapar (por error) en estas “video llamadas”, que les ha costado a muchos docentes la suspensión e incluso su destitución como catedráticos de su institución académica. Pasan las semanas y los meses, y estas clases en línea cada vez se vuelven menos viables para el sector educativo, pues basta ver los resultados de calidad educativa que ofrecen estas estériles clases, la falta de compromiso, profesionalismo y de atención, el desinterés tanto de profesores como de alumnos, la poca o nula capacitación que se ha recibido para saber manejar adecuadamente estas herramientas digitales en un país en el que apenas y se leen tres libros al año en promedio por cada mexicano mayor de 18 años, según el módulo de lectura (molec) del INEGI. Es decir, que es una fusión de pobreza económica e intelectual la que abunda en la población mexicana, cabe resaltar que la falta de oportunidades de estudios, impone en la realidad del ciudadano mexicano promedio, el cual se ve forzado muchas veces a trabajar y abandonar sus estudios superiores.

Desafortunadamente México es uno de los países que en materia educativa se encuentra por debajo de lo que todos esperaríamos con un raquítico 22% de mexicanos con educación profesional, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo que deja a un 78% de mexicanos con apenas educación media o inicial terminada.

Esta pandemia mundial, no solo trajo consigo una crisis sanitaria y económica, sino también educativa, un severo retraso que ocasionará que decenas de países se estanquen en materia académica, de los cuales, desde luego, sólo los que brinden más oportunidades educativas y económicas, así como los que cuenten con un verdadero y genuino compromiso y disciplina para seguir avanzando, enseñando y aprendiendo lograrán sobrellevar y superar más fácil y rápido esta crisis mundial mediante las famosas clases virtuales, la única momentáneamente débil y lenta herramienta que hoy por hoy el mundo está utilizando para combatir la decadencia profesional.

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