¿Qué hay en los ojos de esta mujer policía? ¿Miedo, desconcierto, frustración, coraje, dolor? Agredida por feministas que creyó eran mujeres como ella

Policía
El rostro de una mujer policía durante la marcha feminista FOTO: WEB

Ella es policía, pero también es mujer; es ama de casa, quizá madre con hijos, quizá con hijas. Ella vio pasar el contingente de feministas y por un momento pensó que eran mujeres, pensó que podrían ser hijas, hermanas o quizá madres como ella. Ella las escuchó exigir justicia, las escuchó pedir que se respeten los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y por un momento sintió empatía por ellas, por un momento se quiso quitar el uniforme para unirse a su causa. Pero entonces, cuando se acercaron a ella, esperando que le dieran la mano solidaria, en lugar de una sonrisa de empatía, un gesto amable de mujer a mujer, en lugar de eso una encapuchada le arrojó pintura en aerosol al rostro.

De inmediato se llevó las manos a los ojos, le ardían y por un momento quedó ciega. Ya repuesta pudo ver otra realidad. Aquellas que supuso eran mujeres, aquellas que supuso defendían a la mujer, la estaban agrediendo, porque esas no eran mujeres, eran feministas; esa clase equiparable a los machistas que ocupan la violencia como lenguaje para hacerse entender.

Después intentaron con sus martillos romper el escudo de acrílico que la protegía, de repente escuchó que le gritaban “perra”, “malnacida”, “hija de la chingada”. En ese momento abrió los ojos y el miedo, el desconcierto, la frustración, el coraje y el dolor trataron de entrar por su mirada. Pero no les dio espacio, porque en su mirada ya se había alojado la vergüenza. En ese momento, al verlas a ellas, le dio vergüenza ser mujer.

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